miércoles, 19 de diciembre de 2012

Poema para una navidad extraña


Fruta de Navidad me ofrecen las serpientes,
rescatadores que no viajan en albatros,
vienen a salvarnos, grito Tulipán
y quedo inmovilizado, brazos en cruz.

Tú la llevas, nos persiguen
Berlusconi, cuenta un chiste, me he perdido
quémame con tu verano sin belenes, 
poliladron, una chica te persigue,
suena tu jersey cuando te agarra,
ríes y todos los árboles agitan sus copas.
Somos otros. Punto y seguido.

Pocas bolsas de plástico en la Gran Vía,
papanoeles con órdenes de desahucio,
el Sumo Cura escribe un túiter
y cada puente de Madrid es un pesebre.
Corre, corre que te pillo,
libertad para Herodes y sus muchachos,
el Rey firma el indulto y yo te amo
mientras Buscemi se emborracha en Atlantic City. 

Yasnavidá, llevo la tiña, huyes de mi,
pupa en el labio, frío de invierno,
no hay campanadas para el parado,
alfombra de cristales en la Puerta del Sol
y descalzos soplamos matasuegras,
vestimos cuernos de renos,
abrazamos al fantasma del quinto
que un día brindó por este futuro
aquella nochevieja del ... 
(rellene la línea de puntos)
 -Plácido lloraba en su carromato-.

Así que es Navidad.
Abrázame que tengo frío,
cena de nochebuena en cómodos plazos,
hoy termina el mundo de nuevo,
menos mal que estás tú,
calla y bésame, cenemos pizza.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

A la hiena que acecha


Sobre lo necesario y lo perdido
han mentido con su lengua de lagarto.
Lugares comunes que revientan
el vientre azul de las mariposas.
 
 
Vomitan tijeras y huracanes
sobre la cruz azul de las urgencias,
arañan la madera de pupitres,
arrancan de las bocas biberones,
desahucian pesebres en diciembre.
 
 
Ellos, banderas relucientes en la tarde,
mirada de vieja estatua en escorzo,
Barrio de Salamanca, paddle, casa Lucio,
vieja estirpe de puteros y asonada,
sueñan con un 18 de julio.
 
 
Mientras tanto Navidades en familia
Mensaje del rey, niños a callarse,
islas caimán y vivaspaña.
 
 
Vosotros tenéis mi desprecio
mi puño cerrado, mi tormenta,
14 de abril, noche de bares
conspirando para abrir las alamedas.
 
 
Con terroristas no se negocia, tú lo dijiste,
así que no me vengas con la paz de los mercados,
retira tu colmillo de la escuela,
devuélvele la cama a los enfermos.
 
 
Sobre lo necesario y lo perdido
aún falta nuestro relato,
el libro dorado en que despierto,
la tumba de mármol,
epitafio para hienas y coyotes,
hojas quemadas, leones de acero
bebiendo mansamente de mis manos.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Siempre hay una luz


Este es el videoclip de la canción “Hay una luz”, dirigido por Daniel Serrano e Ismael Serrano (un servidor). Se trata de un proyecto solidario que pretende recaudar fondos para la ONG “Amigos de Calcuta” (www.amigosdecalcuta.org). Podréis encontrar este villancico en todas las tiendas digitales de internet.

Este proyecto, liderado por Manuel Cuesta, autor de la canción, ha sido posible gracias al trabajo desinteresado de mucha gente. Por supuesto gracias a todos los cantantes que aparecen en él (Pedro Guerra, Javier Bergia, Virgina Labuat, Tontxu, el propio Manuel Cuesta) que soportaron estoicamente el frío del invierno madrileño. También gracias a la participación de los maravillosos actores que aparecen en el videoclip: Pilar Bardem, Pepe Regueira, Irene Rubio, Alex Gadea, Javier Albalá. A los que nos echaron una mano en la producción: Jimena Ruiz Echazú, Adán Latonda, Rober López, Belen Rodrigo, Cristina Muñoz.
A Mar Blanco que se encargó del arte. A Vicente Campillo en las luces. A Maite González y sus compañer@s de organización. 

En fin, gracias a mucha gente que generosamente arrimó el hombro pudimos dibujar los rostros que acompañan la melodía, una canción que pretende abrir ventanas a la esperanza en tiempos difíciles, hacernos caer en la cuenta de que es tiempo de establecer lazos entre unos y otros para entender que no se está solo en el cuestionamiento de la realidad, que asumiendo el protagonismo que nos corresponde las cosas pueden cambiar. 

Gracias a todos vosotros también por apoyar esta iniciativa. 

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Tos de noviembre


Tos de noviembre y mi médico en la calle
ofreciendo flores en la acera
para salvarnos de la escarcha y los corsarios.

Sobrevivimos por encima de nuestras posibilidades,
otros dicen y se arreglan la corbata,
sonríen con la boca de abanto,
queman los puentes, las escuelas,
las batas blancas, los tejados.

Cristo nacerá en un cajero,
resguardado del frío, del desahucio,
no hay estrella ni mirra de Bruselas,
ni oro de Berlín, ni incienso de París
que arome la mañana.

Tos de noviembre y Romilar
para la voz que acude a nuestro auxilio,
gargantas de Gaza con ronquera
de lustros pidiendo una ventana,
una luz, la grieta de los muros,
dibujos de Bansky con sordina,
raíces de olivos arrancados,
como manos que se alzan hacia el cielo.

Toses de noviembre, 
como lápidas amontonadas 
en el cementerio judío de Praga,
nuestros sueños mientras arden los acebos,
navidades sin regreso ni regalos.

Muérdago sobre la plaza de Neptuno,
donde se besan las parejas indignadas,
pañuelos blancos en el puerto del dios mar,
en Madrid, donde nacen las sirenas,
donde dicen las misas generales
de una iglesia que no da a los perdedores
el asilo que merecen. No hay refugio
para niños sin pesebre,
ni si quiera en unos grandes almacenes.

Tos de hiel, repetida, de tinieblas,
no hay jarabes que nos calmen
la afonía de cristales estrellados
contra el suelo de esta noche sin papeles,
fugitiva, toda nuestra, de noviembre. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Es sólo el tiempo, que pasa


Suerte de cateterismo cardíaco, tu mirada cansada
- apenas has dormido, me dices -
calma al triste músculo herido
por el hielo de un otoño roto, astillado.
Arrítmico mi corazón, hipocondríaco todo yo,
se rebela ante la impasible marcha de antorchas,
santa compaña de fantasmas dormidos,
que camina por las calles, camino del trabajo,
anestesiada por las agujas catódicas
-ya no tanto que todo es pantalla plana-
que escupen los televisores de leds irisados.

El caso es que es otoño y yo te amo.
Así se escapan como gotas de mercurio 
los días vividos y me siento viejo
cuando te veo sonreír planeando un viaje
o suspirando porque un cachorro se enreda entre tus pies.

Nuestros padres cuentan sus achaques
y todavía el futuro se aplaza por momentos
- fíjate, con casi cuarenta años -
cuando en la tele ponen nuestra serie preferida
o en la cocina me cuentas como fue tu día,
pasta con verduras para cenar
y viento de noviembre sobre la acacia.

Digo que pasa el tiempo y no es malo,
aunque a veces la arena de los relojes
se alce iracunda en vuelo como en una playa
con el levante soplando implacable
arrebatándonos la cordura y arrancando las sombrillas.

Eso y el agua de la clepsidra,
que dicen lava las heridas y suaviza el canto de las piedras,
pues no somos más que rocas de acantilados
aguantando el obstinado embate de los años
y sus océanos, plata que baila en los septiembres.

Y es que quizá la vida no sean los ríos
- no siempre el poeta acierta -
sino más bien ese mar donde descansan
los corales, los tesoros y los cuentos
que siempre acaban con el regreso a las costas
del amado, la tormenta que nos lleva a una isla,
desierta, luminosa y sin tres libros,
el empeño absurdo del delfín,
salvando a náufragos que nada saben
del amor y sus destellos,
pues no pudieron reconocerse en nuestros pasos,
en tu mirada, suerte de terapia ansiolítica
que vigila mi paso y mi extrasístole,
el duelo que impone lo perdido,
saber que he de crecer aunque nos duela.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Próxima estación


A ti, que debutas 
haciendo la vida eterna en quince minutos,
te escribo porque Madrid esculpe en las cariátides
de la Gran Vía tu rostro lleno de pecas.
El metro se detiene en mitad de un mar embravecido
y todo regreso lleva a la infancia.
Tengan cuidado de no introducir
 - yo te espero en la calle, como entonces -
el pie entre coche y andén,
y el vagón se abre y la cama deshecha, 
la ropa esparcida por el suelo
como la arena de un reloj estrellado,
cántaro que porta el soñador
lleno de lágrimas y peces voladores.

Neptuno alza su tridente y abre el mar
para que crucen las banderas de arcoiris
que desde Chueca celebran la vida y la honra.
La ciudad, más otoño que nunca,
dora el camino que lleva hasta el teatro
en el que arrancarás los pétalos metálicos
de una flor encontrada en el andén.

Hojeas un periódico gratuito
y las mujeres gigantes de los carteles publicitarios
vigilan llorosas el tránsito triste de hombres y mujeres
que navegan sin nada qué hacer ni qué decir,
con la mirada perdida 
y fracasos que bañan en licor de mp3,
en planes para la tarde anaranjada,
para el fin de semana, ansiolítico y verbena,
atención, estación en curva.

Pero, hay quien, como tú, viaja, 
como la Enterprise, en busca de planetas remotos,
con la sonrisa en el rostro, cediendo el asiento,
tarareando nuestra canción,
dispuesta a ser llama cuando el telón se abra
y yo te encuentre ahí. 
Haciendo la vida eterna en cinco minutos.

Te esperaré en la calle como entonces,
hablaremos también de la obra,
iremos del brazo, y Madrid, más otoño que nunca,
será nuestro, como nuestro es el futuro,
las olas de Imbassaí, el sofá color arena,
punta de Ararat a salvo del diluvio.

miércoles, 24 de octubre de 2012

México


Andamos de un lado para otro, recorriendo la Ciudad de México, preparando los conciertos que daremos en esta visita. Gracias a todos por el afecto, el calor y la compañía en estos días de atascos, entrevistas, brindis con reposado y nostalgia de futuro.

México

Duermo en el ombligo de la luna
y de noche el águila se posa
sobre la grúa que levanta otro piso
del periférico, serpiente de hormigón
que enrosca nuestro coche y nuestro sueño.

Me llevaré 132 dalias
para que Neptuno, 
en Madrid, aguas que fluyen,
cuide de los navegantes
que reclaman la luz de otros faros,
la siembra de corales
en los acantilados grises
donde los niños lloran
y la espuma dibuja animales heridos,
cuerpos doblados por la crisis,
por el viento que muerde 
la cordura y tus bolsillos.

Un poeta encabeza la marcha
de dalias que buscan la boca de un fusil,
como el amante la boca que despide,
un poeta huérfano de hijo,
que camina frente a un pueblo rehén
de las sombras y las balas.

México, 
visto por las ventanillas 
de un coche atrapado
en un enjambre de luciérnagas
que se apagan,
es un mar embravecido
que brilla plateado allá a lo lejos,
con ruido de gaviotas que persiguen
al último pesquero que regresa.

No habrá tuna que crezca sobre piedra
que calme la tos o los dolores
de los jóvenes que gritan en la calle
preguntando al viento donde está
el alma de quien firma los decretos,
la luz que guardaron en cristales,
recipiente donde duermen cenicientas
que no hay beso ni sufragio que despierten.

México, aquí estamos y te rezo,
en la tumba, en Garibaldi, de tu reina.
Respirar, lo sabes bien, es una excusa, 
saber de tu perfume es el anhelo.
En el centro de la luna hoy te sueño.

jueves, 18 de octubre de 2012

A los estudiantes en lucha

A deshora y con a intención de recuperar el viejo hábito de escribir todos los miércoles en el blog les dejo estos versos mientras hago las maletas para viajar a México y preparamos los primeros conciertos en España para este otoño difícil.

A los estudiantes de lucha



Hoy he sido estudiante gritando en la calle
señalando al rey desnudo,
marcando con claveles los pasajes
del libro que te nombra,
la voz a ti debida, corazón coraza.
Hoy he sido estudiante, huérfano y perdido,
arañando la acera si arrastraba
mi cuerpo este levante
 que trae esta crisis negra,
tan larga, tan sin ti, 
tan azucena sin estambre ni futuro.
Radical, brizna de hierba
que vuela como en el haiku último
del pastor que ha perdido sus ovejas.
Eso he sido: tu grito, tu verdad,
tu puño sin arena que se escape
hacia la tarde.

Y ahora nos vamos, porque somos del camino,
y aunque el otoño marque las horas
con mi tos de insomnio e ibuprofeno
sigo al tanto de tus pasos de gacela
y reservo asiento en el teatro de tu vida,
sabiendo que aunque nos faltan ensayos,
me veré jurándote regreso,
acto 3, escena primera, 
la noche de un verano
que aún me espera.

Vuelvo enseguida,
soy el perro, ya lo sabes,
que ladra a los niños que nadan en lo hondo,
el ladrón de la colcha en los inviernos,
el verso en un email, la luz añil
de un viejo iceberg a la deriva.

Vuelvo a ti,
mi oráculo de Delfos,
mi hoguera de San Juan,
mi última parada de un metro que no cierra,
sirena sin mentira ni mal acantilado
que rompa las maderas de mi barco.

Hoy regresé a ti
y fuimos estudiantes,
la vida es tan verdad
como tus manos
curando mi tos gris,
el ala rota de mi sueño,
tanto fracaso.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

25 de septiembre, versos para lotófagos




Este jardín baldío que será el paisaje que habitamos
necesita de tu camino sin ortigas ni avisperos.
Cuánta melancolía entre el rumor
de furgones policiales y de escudos,
cuántas ganas de estrellar el cántaro en el suelo,
abandonar el surco que lleva hasta la fuente
y rodear con antorchas el palacio de otoño.

La casa está incendiándose y ellos señalan la cama sin hacer
y recuperan el blanco y negro de los nodos y los cuervos.

Dónde está el poeta aquel que señale al rey desnudo,
dónde las canciones y las crestas coloreadas,
melodías de los clash como un adaggio
nocturno de tierras subterráneo.

Nueva York sin Lorca es una estatua sin antorcha ni pasado
y un registrador de la propiedad sonríe desde la tribuna
y habla de una España inventada: silenciosa y silenciada.

“Quiero felicitar a los cuerpos de seguridad del estado”
dices tan rubia y tan lejana,
tan miércoles de ceniza y vivaespaña,
tan tarde de pilates y barrio Salamanca.

Neptuno atlético, vencido, acorralado
regala su tridente al indignado
y así estamos rezando al dios del mar
para que sople las velas de tu barco
y te salve del exilio que elegiste
al comer la fruta del árbol Loto.

En tu ausencia te diré
que cíclopes y dioses asediaron nuestra casa,
 que tratamos de salvar los muebles y la vida,
que este jardín baldío
que será el paisaje que habitamos
te espera con la lluvia de este otoño.
Un otoño de comienzos y bigbanes
en que el mundo entero está mirando
tu regreso, tus dudas, tu lamento,
tu hueco en el jardín abandonado.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Canción para septiembre



Despedimos el verano prematuramente. Aquí sigue. Recordándonos las promesas que nos hicimos con la mirada perdida en el horizonte azul, los pies empapados por las últimas olas de un mar que se retira.

Esta crisis lo golpea todo. Amigos acorralados por la amenaza del despido, gente hermosa y con talento sin posibilidad de encontrar trabajo. No existe la contratación para los conciertos y nos liamos la manta a la cabeza. Sobrevivir. Resistir cuando todo parece derrumbarse, apretando los dientes y diciéndonos “pasará, la tormenta pasará”.

Repaso viejas postales del pasado. Tomo 354, libro 690, libro de familia, registro civil de Fuencarral y la foto en Vallecas apagada por el tiempo, de mis padres tan jóvenes con un niño entre los brazos. Fuimos otros. Mi barrio me regaló el compromiso, la conciencia de clase, la imposibilidad de ser isla, no rendirse.

Hemos intentado acorralar la vida en algún bar, un lunes, muy tarde, sin coartada. Hemos pretendido que responda a las preguntas. ¿Por qué el sofá inhabitado, las maletas en la puerta, la soledad de nevera vacía, colada sin tender? No te preocupes compañero. Estar vivo no es fracasar. No lo es volver a hacer mudanzas, vaciar los cajones de sus medias y encontrar facturas, postales olvidadas, un billete de metro caducado, profilácticos sin noche ni relámpago. Ahora es el tiempo del camino. De ahí somos finalmente.

Son demasiadas cosas. Es cierto. Sin conexión aparente. Pero esto es la vida. Y el empeño de uno es hacer de ello un relato y darle argumento. Y nuestra vida desde luego que lo tiene.

Y ahora hablemos de otra cosa. De ti. De la cola para hacer un papeleo, de tu insomnio y la mirada transatlántica, del candil que tiembla en cada noche.

No lloremos mi vida. No es culpa nuestra si el invierno nos desnuda en mitad de la estepa que hoy es Madrid. Eres hermosa. Ya ves que a veces el jazmín de la entrada pierde la hoja, lo maltrata la escarcha o la sequía. Pero ahí está de nuevo abrazando la verja, trepando hacia el cielo aún cuando todo es derrota.
Si supieras lo que aprendí viéndote despertar. Pero nada es justo en esta noche de cristales rotos, gritos desde la tribuna, Gólgota en la oficina del INEM, luces de emergencia parpadeando.

Ahora dame la mano y vamos a la vida. Llévame al teatro, al cine, al fin del mundo. Pero llévame contigo.

En fin. Acordes varios de la canción que hoy es septiembre.

Preparamos el viaje a México. El 25 de octubre en el DF, en el Centro Cultural Ollin Yoliztli y el 25 del mismo mes en Puebla.
También preparamos la gira por España. 
Los primeros serán los conciertos en Madrid. Aquí un recordatorio:

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Se va el verano


Es septiembre y apenas sé nada de la vida.
He nadado en el mar primigenio,
aquel del que escaparon los primeros fugitivos
que treparon al árbol del pecado.
He percibido radiación de fondo,
sombras de la primera explosión,
en lo oscuro de un cuarto a las 4 de la tarde.
Todos los otoños son los primeros
cuando las hojas amarillas se apartan de tu paso,
cuando todos los misterios dibujan de nuevo
un interrogante alado en la arena de mis playas.
Es verdad que el tiempo me ha enseñado
que no todas las derrotas son hermosas,
que no todos los borrachos son hombres sabios
con polvo estelar en sus zapatos,
pero no por eso he perdido la costumbre
de buscar amaneceres que nos nombren.

Como quien busca a tientas la salida
o el interruptor, en lo oscuro 
de una casa sin relojes ni bombillas,
como quien recibe cartas de un extraño,
factura de promesas que incumpliste,
lloramos cansados y perdidos.
Velamos al verano. Ya se han muerto
los días del espejismo en que juramos
tendidos en la playa: no regreso,
que vengan a buscarme. No regreso.

Y aquí estamos. 
Reconociendo mi ignorancia ante la vida,
buscando algún refugio en los poemas,
en la cama deshecha por tu insomnio,
en las pecas de tu rostro que se alejan
como aves migratorias que prometen
regresar cuando el invierno nos de tregua.

Arde septiembre como los bosques de un verano
descalzo, maltratado y aturdido.
Y en su luz curamos el jet lag,
y yo, que apenas sé nada de la vida,
intuyo que ésta, la vida digo, nos espera
luminosa y escondida allí, en tu vientre,
hablando el idioma de las caracolas
nombrándome en la noche mientras duermo.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Equinoccio

Terminaron los conciertos en Buenos Aires. Fuimos felices en el Gran Rex. Con rotundidad empezaba la primavera y y el cielo se pintaba de un azul cegador. En Madrid el frío se colaba por las ventanas y las playas se iban deshabitando.
Nosot
ros mientras desgranábamos los recuerdos, recuerdos agarrados a las paredes de nuestro bar, mariposas cansadas de un viaje sin brújula ni pañuelos blancos.

Nos quedan los conciertos en la Plata y volveremos a cruzar el océano con la tristeza del viajero que regresa, con la ganas de verte, con los planes de una huida.

En octubre regresamos a México después de tanto tiempo. Será un viaje fugaz pero nos dará tiempo para hacer un par de presentaciones al menos: en el DF y en Puebla. Iremos, entre otras cosas, para editar el disco y para preparar futuras citas que nos permitan recorrer con más calma el país.

Leo las portadas de los periódicos españoles. La vida es más cara. Suben las almas y el coste de la vida. España huele a cerrado. Es hora de abrir todas las ventanas

viernes, 24 de agosto de 2012

Bolivia



Seguimos por tierras bolivianas. Dejamos el oriente y llegamos a la región andina. Todo un reto presentarse ante un público con el que uno se encuentra por primera vez. Fue sorprendente el calor de la gente en Santa Cruz de la Sierra.

 La esencia de este oficio es echarse la guitarra al hombro y emprender el viaje. A veces la difusión de tu música no encuentra todos los canales que uno quisiera y sólo depende de que puedas hacer las presentaciones personalmente. Aquí Bolivia, aquí un cantautor. Encantado. De corazón.

 Y por eso uno se emociona cuando, tan lejos, y en un primer encuentro, hay gente que comparte tu música y tu propuesta artística. 

Bolivia es crisol de culturas y de identidades. Es un país complejo que se mira a si mismo y se interroga sobre su futuro y sobre su pasado. El debate político en cada sobremesa es efervescente. El país ha cambiado notablemente. Pero a veces el silencio muestra un deje de desencanto mientras sobre los cerros se van encendiendo las bombillas.

Hoy llegamos a La Paz.

La altura de momento no me maltrata demasiado. Sólo cuando uno se empeña en subir la cuesta que llega al teatro. Nada que un té de coca no solucione.

Me encuentro en La Paz con Marcos Loayza, director de cine con el que tuve la oportunidad de trabajar en la película "El corazón de Jesús". Juventud divino tesoro, te vas para no volver... Pero el tiempo no nos ha cambiado demasiado. Y allí estamos conversando como si hubiese sido ayer cuando nos despedimos en Madrid tras la presentación en la Casa de América de aquella película en la que servidor cantaba borracho y melancólico.

Mañana es el recital. Espero resistir el soroche. Y que alguien me ayude a entonar las canciones si me falta el aire. 

Está siendo un viaje fascinante. Que sea este el primero de muchos, porque aún nos quedan demasiadas cosas por aprender.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Soy cantautor


Nunca entendí las reticencias de algunos compañeros de profesión a la hora de definirse como cantautores. Y me sorprende el empeño de algunos en distanciarse de la tradición española de trovadores que han escrito las mejores canciones de la música en español. Definirse ideológicamente en las canciones no es ni bueno ni malo. Forma parte de la tradición del juglar y es natural que así sea. Si le cantas a lo que te emociona, ¿cómo no hacerlo a la necesidad de mejorar el mundo que te toca vivir, ante la visión de una realidad dolorosa, desigual? Y uno mira la realidad y formula el deseo de una sociedad más justa en función de la estructura ideológica con que sustenta su ética y su condición de animal político.

Con la que está cayendo. ¿Es reprobable decir que se hace canción política? Más bien me parece urgente. 
No creo que toda canción tenga que ser comprometida ideológicamente. Simplemente digo que si lo es, bienvenido sea.  El prejuicio en torno a la canción de autor que la estigmatiza como aburrida y deprimente es el mismo que distancia a la gente de una forma de hacer cine o literatura  con conciencia política. Es lo mismo que distancia a la gente del debate político.

Si bien es cierto que la afirmación de que la distinción entre izquierda y derecha es algo superado coincide con las posturas más reaccionarias (era una consigna de la Falange por ejemplo), puede ser punto de partida de un debate interesante si se ofrecen alternativas a las posturas políticas tradicionales. Pero, personalmente, no encuentro muchas alternativas al respecto. No al menos que vayan más allá de un cierto ingenuísmo político que propugna una fraternidad vacía de contenido y de propuestas concretas.

Soy cantautor. Reivindico la palabra para definir un género que va desde Woody Guthrie a Damien Rice, desde Victor Jara hasta Serrat, desde Pedro Guerra a Marwan. La apuesta por un equilibrio entre el texto y la melodía, el empeño por darle un vuelo poético a las letras, la permeabilidad ante la realidad que nos toca vivir, todas estas son características de un género que no es si no renovador del folklore tradicinal. Victor Jara o Violeta Parra le dan un dimensión poética al folklore de su tierra, con su trabajo dignifican el canto popular. A Silvio y los suyos les llamaron Nueva Trova porque renovaban la Trova Tradicional, canto popular del pueblo cubano.

Y ser continuador de esta tradición es todo un honor. Más aún en un tiempo en que se desprecia todo hecho cultural que exija un mínimo análisis en profundidad. “Cultureta” decimos con desprecio cuando hablamos de toda expresión artística que pretende de nosotros un mínimo de reflexión. El desprestigio del creador lleva al artista a tener que justificar permanentemente su forma de vida y su forma de trabajar. El músico vuelve a depender de la caridad ajena para poder subsistir. ¿Acaso no consiste en eso el crowdfunding? Al desaparecer el tejido industrial de la música dependemos del mecenazgo. Creo que nos equivocamos cuando culpamos a la industria musical del divorcio entre la música y el melómano. Es el modelo industrial, el modelo de producción o de consumo pero no la industria en sí misma. La industria genera fuentes de trabajo y permite que los músicos se puedan profesionalizar. Otra cosa es debatir cómo se usan los medios de producción, a quién deben pertenecer, cómo se deben gestionar... Otra cosa es hablar de política, en definitiva.

Me gustaría ser considerado cantautor. No debiéramos olvidar que los cantautores se jugaron el tipo en tiempos difíciles poniendo su rostro y su voz al servicio de una sociedad que demandaba libertades y derechos. Muchos pasaron por la cárcel. Otros fueron condenados al ostracismo mediático. Y alguno pagó con su vida. ¿Cómo no sentir orgullo de pertenecer a esta tradición? Evidentemente los tiempos son otros. Nuestras referencias musicales son plurales. Hemos tenido acceso a una formación musical amplia y global. Pero eso no nos aleja del género. Al fin y al cabo el cantautor es renovador del folklore tradicional. Y ahora el folklore es global. La globalización hace nuestro el folklore africano, norteamericano, latinoamericano. Y los frentes de lucha son otros. Pero existen.
Somos lo que somos. Y arrastramos dudas y complejos porque la orfandad política nos desampara ante un mundo cruel y vertiginoso.
Soy cantautor. Sólo pretendo hacer canciones amables que me ayuden a sentirme acompañado, que generen espacios de encuentro para que entendamos que no estamos solos: cuando lloramos por un amor o por un mundo que parece derrumbarse, cuando reímos por otro amor o porque nace un nuevo mundo más justo, mejor. Ese que soñaron tantos cantautores antes que nosotros, ese que celebraré a tu lado.

martes, 7 de agosto de 2012

Canciones pendientes


domingo, 22 de julio de 2012

Habrá un día


Hoy tuvimos comida en familia. Mi madre sacó una vieja caja llena de recuerdos. Para que los guarde yo en casa que para eso son míos, me dice. 
Cómo pasa el tiempo.
Fotos de la facultad. Mis notas de solfeo. Los programas de mis primeras actuaciones en los garitos de Madrid. Un muchacho de pelo largo con una mochila al hombro sonríe a la cámara. Comparto sus sueños y algo de su voz. Qué joven he sido, maldita sea.
A uno de mis mejores amigos, colega de facultad, lo van a despedir del trabajo. Hace un año le cambiaron el contrato para que renunciara a sus varios años de antigüedad en la empresa a cambio de conservar su puesto.
Voy al cine con otra pareja de amigos. En las cañas previas me hablan con rabia del plante que les hicieron en el banco negándoles el crédito para su nueva casa. Del desdén y la soberbia del empleado de la sucursal. Están viviendo en el piso de otros amigos. Ya han pasado varios meses desde que el banco les dijo que estaban tramitando la hipoteca y que tenían en cuenta el aval de los padres de ella.
Mi madre es funcionaria. No conozco una mujer más constante y trabajadora. Ya lleva varias bajadas de sueldo. Le han quitado la extra de navidad. Trabaja más horas.
Historias entre otras muchas que se suceden de forma cotidiana en este país por cuya herida se desangra el futuro.
A veces mi abuela me habla de los maestros de la República. De como llegaron a su aldea y de lo que supuso para ella y las demás niñas de su pueblo que las trataran con el mismo respeto que a los varones. De cómo aprendió a leer. Sonríe cuando a sus 88 años recita una fábula de Samaniego recordando aquellos días azules de la infancia.
Me pregunto si yo le hablaré también a mis nietos de la Educación Pública, de la Sanidad Pública como de ese sueño truncado, ese oasis entre el páramo y la barbarie.
Entre los papeles encontré este viejo programa de actuaciones. Era el año 97. Yo era un crío. Y me llena de orgullo ver que compartía cartel con quien es una referencia en la canción de autor y con quien dignificó la política nacional participando como diputado en el Congreso durante varias legislaturas. Y no puedo evitar sentirme algo huérfano. No ya porque uno es otro, aunque los sueños sean los mismos, ni porque el tiempo tenga la mirada de Bruto en la víspera de los idus de marzo. Es porque algunas ausencias dejan un hueco en el alma de todos que se agrandan en estos inviernos de agosto en Madrid.
Cómo pasa el tiempo. Miro los ojos del muchacho que sonríe en la foto. El futuro no era esto. Despertemos. Estamos a tiempo de cambiar las cosas. Como aquella vieja canción: habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad.

miércoles, 18 de julio de 2012

El jardín prohibido


En cierto modo era un declaración de guerra. Quizá por eso aplaudían con fervor las palabras de su líder proclamando el mayor y más terrible ajuste llevado a cabo en la democracia. En el delirio de los vítores una diputada gritaba “¡Qué se jodan!”, resumiendo en pocas palabras el programa oculto del partido en el poder.

Luego pidió perdón. Como lo hizo el rey. Aquí ya no existen las responsabilidades políticas. Basta con pedir perdón y ya está. Lo mismo podrá hacer Rajoy cuando le pidan cuentas por haber incumplido uno por uno cada punto de su programa electoral. Pedirá perdón, como el amante de la canción “El jardín prohibido” de Sandro Giacobbe. 

Siempre me fascinó esta canción tan entrañable como horrible. El tipo se acerca a la amada y le dice: 
Esta tarde vengo triste y tengo que decirte que tu mejor amiga ha estado entre mis brazos.
Además el tipo se regodea y le dice a la engañada que mientras se lo montaba con la amiga pensaba en ella (mis ojos decían cansados que eras tú, que eras tú)
Para rematarlo, en el estribillo, en un ejercicio de cinismo y recochineo maravilloso, el hombre, atormentado todo hay que decirlo, canta: lo siento mucho la vida es así; no la he inventado yo.
Aquello era tan inevitable como los recortes del gobierno, nada podemos hacer contra la naturaleza de los mercados así como con la de los amantes que se sienten atraídos por las amigas de la novia.

El rey en un acto de entrega que nos conmueve hasta el alma dice en los periódicos: según mi médico otro estaría de baja; yo tengo que currar. Y en la foto sale en un avión el rey a cuerpo de ídem camino a Rusia para abrir mercado a las empresas españolas. Yo creo que tamaño abuso no se puede consentir. ¿No sería recomendable que le dieran la baja? Digo yo: permanente. En otro artículo leo, y en este momento a este que les escribe se le llenan los ojos de lágrimas, que al Rey se le baja el sueldo un 7%. Reconozocámoslo: son unos cachondos.

Montoro afirma en el congreso: “Si no sube la recaudación está en riesgo el pago de las nóminas”. No hay dinero, repite una y otra vez. Y lo dice después de haber ayudado a la banca e intercedido a favor de que a través de fondos europeos se inyecten en ella cifras millonarias y obscenas. ¿Por qué un banco no puede caer y sí la Sanidad Pública, la Educación Pública, las nóminas de los funcionarios? ¿Por qué nos parece inadmisible la regularización del sistema financiero, la exigencia de responsabilidades políticas y penales para aquellos ejecutivos y políticos que nos llevaron al desastre y sí tenemos que tragar con recortes claramente injustos y que además alargarán la recesión indefinidamente? 
Al poco de haber anunciado la batería de ajustes entre aplausos y vivas a la madre que los parió doña Lagarde dijo que quería más, que todo recorte es poco, que se acometieran más y rapidito, que tenía hora para la cama UVA y que no está el horno para bollos.
A lo que el gobierno de España, un gobierno que en una rueda de prensa inaudita llegó a confirmar su incapacidad para tomar decisiones (no tenemos alternativa, dijo, que es lo que precisamente se le exige a un político), respondió con un atenta la compañía en posición de firmes.
Volverán las elecciones y el trámite de promesas y guirnaldas. Entonces como Sandro Giacobbe el político de turno nos mirará a los ojos y nos dirá con cara de consternación:
Mi cuerpo fue gozo
durante un minuto,
mi mente lloraba tu ausencia.

No lo volveré a hacer más.
No lo volveré a hacer más.

No olvidemos. Seguramente la novia despechada del “El jardín prohibido” tampoco lo haría.

jueves, 12 de julio de 2012

Vuelvo a Madrid

Nuevos conciertos en Madrid, el 10 y el 11 de noviembre, a las 20:00 h en el Teatro Circo Price.
Pequeño homenaje a mi ciudad. Siempre vuelvo a Madrid.

martes, 19 de junio de 2012

Viejas canciones


Traigo la camisa roja, tralaralará, lalará, de sangre de un compañero. Mirái, Maruxina, mirái,  mirái como vengo yo...
Las mujeres de los mineros cantaban mientras eran desalojadas del Senado. Víctimas del enésimo recorte del gobierno los mineros luchan por su futuro y el de sus familias. Piden que se respete la continuidad de las ayudas públicas a la minería del carbón hasta el 2018 tal y como había acordado la Unión Europea.
Pero sus voces, como tantas otras, son desoídas. El sector del carbón en España, al contrario que algunos sectores financieros, no parece tan grande como para no dejarlo caer.
Así que Maruxina, que vio a su hombre sobrevivir en el pozo María Luisa al barreno y a la silicosis, ve ahora, expulsada del Senado, como los mineros son acorralados por una política que encuentra en la crisis financiera la excusa para acometer los recortes que el capitalismo más despiadado siempre exigió.
La prima de riesgo por las nubes  y nosotros nos enamoramos, diría Rick Blaine perdiéndose en la mirada oceánica de una Ilsa atormentada y radiante. Ella de azul y a lo lejos Merkel vistiendo otro gris, de corte siglo XXI, pero Hugo Boss como entonces.
Mientras, nosotros, como Hamlet, entre el delirio y la cordura, preguntándonos qué hacer.
  “Si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro. Morir: dormir, nada más.” Y sumidos en esa indecisión que nos convierte en resignados espectadores, dormimos sin soñar, los ojos inmóviles tras los párpados, sellados por el desconsuelo y el cansancio. No hay fase REM en estos tiempos de derrota.
Te diría que sigo luchando y te diría la verdad. Pero es cierto que suena a palabra repetida, que me convierte en un abajofirmante más. Que a veces sueño con ser otro para que me creas cuando digo que estoy harto, que no me rindo, que te busco en cada barricada. Siento, a veces, que malgasto las palabras, que el panfleto que lanzo desde cada azotea es el rumor de una chicharra en la tarde, ruido de fondo, papel que adorna el asfalto que pisan las ruedas de los taxis y las ambulancias que huyen del invierno.

       Te diría que estamos en lucha aún cuando me encuentro la mirada condescendiente de compañeros de profesión que huyen de la definición ideológica por comodidad o por pura insensibilidad. Músicos, artistas, que riegan sus rosas como principitos habitando pequeños planetas desiertos. Rosas pop, rosas luminosas como leds color cereza. ¿Dónde estabais?, nos preguntarán cuando el agua alcance los tejados. ¿Qué hacíais mientras el mundo temblaba? 


           Te diría todo esto aún cuando me encuentro con la mirada condescendiente de aquellos que observan desde lo alto estas palabras, aquellos, los puros, los santos de Nuevas Revoluciones, armados de piolets y rígidas doctrinas, con sonrisa paternal, palabra revelada, tan dados a la purga y la condena, tan solos y tan luz de octubre en un domingo que se acaba.

Te digo sigo en la lucha y ya me arrepiento de no haber elegido otras palabras. Versos alejandrinos ABBA ABBA y dos tercetos encadenados. O décimas como las de Violeta, marchitándose a las afueras de Santiago. Querría escribir una canción llena de cólera, London Calling, the ice age is coming, the suns zooming in, una melodía en la que vomitar  todo el asco que me produce la mediocridad de aquellos que dirigen nuestros gobiernos. Quisiera convencerte de que estamos a tiempo, de que no estamos condenados a ser ratones siguiendo a un flautista hasta el fondo del río. Sé desobediente, no te resignes, exige tu sitio en el mundo, estás aquí porque el futuro es tuyo.

No sé qué decirte. Son viejas consignas ya desgastadas por el tiempo. Son flores de papel en un jarrón en un café del centro de Madrid, leyendas estampadas en una camiseta de una tienda en San Telmo. Nos robaron algunas palabras, es cierto. Pero nos queda el resto, y el resto no es silencio, contradiciendo esta vez a Hamlet. Quizá nos quiten las palabras. Pero no el aliento. No las ganas de buscarte. 

Habrá que inventar nuevas palabras, nuevas melodías. O reinventar las ajadas por el tiempo,  por el roce de los acantilados en los que fueron gritadas. Recuperar lo que fue nuestro: las banderas, las canciones, los rostros que fuimos antes, las calles, los parlamentos. Reinventar las palabras como quien canta después de tantos años una vieja canción de mineros, mientras, otra vez, el mundo se derrumba.
Quizá ya lo haya dicho, espero que me perdones, pero seguimos en la lucha. Ahora más que nunca.