domingo, 22 de julio de 2012

Habrá un día


Hoy tuvimos comida en familia. Mi madre sacó una vieja caja llena de recuerdos. Para que los guarde yo en casa que para eso son míos, me dice. 
Cómo pasa el tiempo.
Fotos de la facultad. Mis notas de solfeo. Los programas de mis primeras actuaciones en los garitos de Madrid. Un muchacho de pelo largo con una mochila al hombro sonríe a la cámara. Comparto sus sueños y algo de su voz. Qué joven he sido, maldita sea.
A uno de mis mejores amigos, colega de facultad, lo van a despedir del trabajo. Hace un año le cambiaron el contrato para que renunciara a sus varios años de antigüedad en la empresa a cambio de conservar su puesto.
Voy al cine con otra pareja de amigos. En las cañas previas me hablan con rabia del plante que les hicieron en el banco negándoles el crédito para su nueva casa. Del desdén y la soberbia del empleado de la sucursal. Están viviendo en el piso de otros amigos. Ya han pasado varios meses desde que el banco les dijo que estaban tramitando la hipoteca y que tenían en cuenta el aval de los padres de ella.
Mi madre es funcionaria. No conozco una mujer más constante y trabajadora. Ya lleva varias bajadas de sueldo. Le han quitado la extra de navidad. Trabaja más horas.
Historias entre otras muchas que se suceden de forma cotidiana en este país por cuya herida se desangra el futuro.
A veces mi abuela me habla de los maestros de la República. De como llegaron a su aldea y de lo que supuso para ella y las demás niñas de su pueblo que las trataran con el mismo respeto que a los varones. De cómo aprendió a leer. Sonríe cuando a sus 88 años recita una fábula de Samaniego recordando aquellos días azules de la infancia.
Me pregunto si yo le hablaré también a mis nietos de la Educación Pública, de la Sanidad Pública como de ese sueño truncado, ese oasis entre el páramo y la barbarie.
Entre los papeles encontré este viejo programa de actuaciones. Era el año 97. Yo era un crío. Y me llena de orgullo ver que compartía cartel con quien es una referencia en la canción de autor y con quien dignificó la política nacional participando como diputado en el Congreso durante varias legislaturas. Y no puedo evitar sentirme algo huérfano. No ya porque uno es otro, aunque los sueños sean los mismos, ni porque el tiempo tenga la mirada de Bruto en la víspera de los idus de marzo. Es porque algunas ausencias dejan un hueco en el alma de todos que se agrandan en estos inviernos de agosto en Madrid.
Cómo pasa el tiempo. Miro los ojos del muchacho que sonríe en la foto. El futuro no era esto. Despertemos. Estamos a tiempo de cambiar las cosas. Como aquella vieja canción: habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad.

miércoles, 18 de julio de 2012

El jardín prohibido


En cierto modo era un declaración de guerra. Quizá por eso aplaudían con fervor las palabras de su líder proclamando el mayor y más terrible ajuste llevado a cabo en la democracia. En el delirio de los vítores una diputada gritaba “¡Qué se jodan!”, resumiendo en pocas palabras el programa oculto del partido en el poder.

Luego pidió perdón. Como lo hizo el rey. Aquí ya no existen las responsabilidades políticas. Basta con pedir perdón y ya está. Lo mismo podrá hacer Rajoy cuando le pidan cuentas por haber incumplido uno por uno cada punto de su programa electoral. Pedirá perdón, como el amante de la canción “El jardín prohibido” de Sandro Giacobbe. 

Siempre me fascinó esta canción tan entrañable como horrible. El tipo se acerca a la amada y le dice: 
Esta tarde vengo triste y tengo que decirte que tu mejor amiga ha estado entre mis brazos.
Además el tipo se regodea y le dice a la engañada que mientras se lo montaba con la amiga pensaba en ella (mis ojos decían cansados que eras tú, que eras tú)
Para rematarlo, en el estribillo, en un ejercicio de cinismo y recochineo maravilloso, el hombre, atormentado todo hay que decirlo, canta: lo siento mucho la vida es así; no la he inventado yo.
Aquello era tan inevitable como los recortes del gobierno, nada podemos hacer contra la naturaleza de los mercados así como con la de los amantes que se sienten atraídos por las amigas de la novia.

El rey en un acto de entrega que nos conmueve hasta el alma dice en los periódicos: según mi médico otro estaría de baja; yo tengo que currar. Y en la foto sale en un avión el rey a cuerpo de ídem camino a Rusia para abrir mercado a las empresas españolas. Yo creo que tamaño abuso no se puede consentir. ¿No sería recomendable que le dieran la baja? Digo yo: permanente. En otro artículo leo, y en este momento a este que les escribe se le llenan los ojos de lágrimas, que al Rey se le baja el sueldo un 7%. Reconozocámoslo: son unos cachondos.

Montoro afirma en el congreso: “Si no sube la recaudación está en riesgo el pago de las nóminas”. No hay dinero, repite una y otra vez. Y lo dice después de haber ayudado a la banca e intercedido a favor de que a través de fondos europeos se inyecten en ella cifras millonarias y obscenas. ¿Por qué un banco no puede caer y sí la Sanidad Pública, la Educación Pública, las nóminas de los funcionarios? ¿Por qué nos parece inadmisible la regularización del sistema financiero, la exigencia de responsabilidades políticas y penales para aquellos ejecutivos y políticos que nos llevaron al desastre y sí tenemos que tragar con recortes claramente injustos y que además alargarán la recesión indefinidamente? 
Al poco de haber anunciado la batería de ajustes entre aplausos y vivas a la madre que los parió doña Lagarde dijo que quería más, que todo recorte es poco, que se acometieran más y rapidito, que tenía hora para la cama UVA y que no está el horno para bollos.
A lo que el gobierno de España, un gobierno que en una rueda de prensa inaudita llegó a confirmar su incapacidad para tomar decisiones (no tenemos alternativa, dijo, que es lo que precisamente se le exige a un político), respondió con un atenta la compañía en posición de firmes.
Volverán las elecciones y el trámite de promesas y guirnaldas. Entonces como Sandro Giacobbe el político de turno nos mirará a los ojos y nos dirá con cara de consternación:
Mi cuerpo fue gozo
durante un minuto,
mi mente lloraba tu ausencia.

No lo volveré a hacer más.
No lo volveré a hacer más.

No olvidemos. Seguramente la novia despechada del “El jardín prohibido” tampoco lo haría.

jueves, 12 de julio de 2012

Vuelvo a Madrid

Nuevos conciertos en Madrid, el 10 y el 11 de noviembre, a las 20:00 h en el Teatro Circo Price.
Pequeño homenaje a mi ciudad. Siempre vuelvo a Madrid.