Escucho las voces del coro que grabamos en Ramallah mientras en Madrid el verano irrumpe de golpe desordenándolo todo. La realidad parece reacomodarse. Después de los primeros días de susceptible irascibilidad puedo disfrutar escuchando la canción y valorar con calma lo vivido. Viajes como este te demuestran que queda todo por hacer. Pero permite que termine mi historia. La última vez que hablamos te contaba que marchábamos para Belén.
Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
¿qué nuevas nos traéis?
Belén es uno de los lugares de peregrinación y turismo más importantes de Palestina para el mundo occidental. Multitud de cristianos devotos visitan la Basílica de la Natividad para venerar la cueva en la que, dicen, originariamente estaba el pesebre en el que nació Jesús, el niño Dios. Las campanas de Belén no atraviesan el muro que hay que cruzar desde Jerusalén y las nuevas que traen los ángeles no deben ser muy alentadoras. La construcción del muro, junto con la propaganda israelí, ha hecho que el turista deseche la idea de quedarse en los hoteles de Belén, como se hacía en otros tiempos. Prefieren los hoteles israelíes en Jerusalén Oeste. Los autocares atraviesan el muro, llegan a la Iglesia, adoran el lugar en el que su dios nació y vuelven a Jerusalén llenos de gozo, ajenos a la tragedia que los palestinos viven cotidianamente.
Tras nuestra visita a Hebrón viajamos a Belén y visitamos la Basílica.
A Belén pastores, a Belén chiquillos
Que ha nacido el rey de los angelitos
La Noche Buena se viene,
la Noche Buena se va
y nosotros nos iremos
y no volveremos más.
Quién sabe. Quizá volvamos. De momento regresamos a Jerusalén Este. A descansar después de un largo día.
* * *
Sólo nos queda una mañana antes de regresar a Madrid. Pero antes la UNRWA (Agencia de la ONU para el refugiado palestino) nos invita a visitar uno de los campos de refugiados cercanos a Jerusalén en los que trabaja.
El campamento de Shufat, establecido en 1965, en el que viven cerca de 15.000 refugiados, es el único campamento que se encuentra dentro de los límites municipales de Jerusalén. Cerca del 60% de su población vive bajo el umbral de la pobreza y alrededor del 40% depende de la ayuda humanitaria.
Para acceder a él debemos pasar por un nuevo check point. El muro dibuja un buena curva en el terreno para apartarlo de la ciudad así que tenemos que someternos de nuevo a los controles. Visitamos una escuela y un hospital financiados por Naciones Unidas a través de la UNRWA. Paseando por la calle intuimos el hacinamiento en que se vive en el campo: la población crece y la superficie no. La UNRWA ofrece los servicios de un Estado a un pueblo huérfano de éste: sanidad, educación… Si el control en el paso del muro se endurece, gran parte de la población que trabaja en Jerusalén quedará desempleada y pasará engrosar el porcentaje de gente que vive de la ayuda humanitaria.
Miramos los escombros de una casa derruida. El crecimiento demográfico lleva a las familias a edificar nuevas casas en los alrededores del campo. Pero estas no disponen de los permisos israelíes, así que las autoridades israelíes deciden derribar la casa recién construida. Aunque más bien el gobierno israelí te pide que lo hagas tú mismo. Si no lo haces vendrá la maquinaria de derribo y destruirá tu vivienda. Pero te cobrará por ello.
Tras la visita al campamento hacemos un último recorrido por Jerusalén, recogemos nuestras cosas en el hotel y partimos hacia el aeropuerto.
En el aeropuerto sufrimos un nuevo control con interrogatorio incluido: ¿quiénes sois?, ¿dónde habéis estado?, ¿os conocéis desde hace mucho tiempo? A algunos de nosotros nos hacen preguntas a parte para luego contrastar nuestras declaraciones. Nos preocupa que puedan hacernos perder el avión mientras esperamos a que decidan sobre nuestro destino. Nos preocupa también que confisquen el material que hemos grabado (no sería la primera vez). Nos preocupa que nos hagan perder el tiempo. Finalmente parecemos convencer a la funcionaria de turno y nos dejan marchar.
Te decía al principio, hace unos días, que al llegar a Madrid a uno le embargaba una cierta sensación de irrealidad. Como si lo real fuera aquello y esto un lejano espejismo sostenido por los privilegios en los que algunos vivimos.
Llevaré hasta tu casa ramas de olivo, dice la canción. Y ese es el propósito de este viaje. Quizá de todos los viajes. Portar simplemente una rama de olivo. O los versos de una canción. Aunque quizá nadie canté jamás la melodía que soñaste en el viaje, caminas con esa canción. Y eso te hace sentir vivo.
Por fin, llegamos a Madrid, y, como te decía, ahora escucho el trabajo realizado por los pequeños y reconozco el privilegio de trabajar con la música. El privilegio de tener compañeros como Néstor Lombardi, Roberto Visús y Jacob Sureda que viajaron conmigo y trabajaron desinteresadamente, al igual que yo, en la grabación de las voces del coro. De haber intercambiado líneas con Nabil Almanzor, cantautor palestino, que hizo el trabajo de difícil arquitectura a la hora de traducir los versos al árabe y cuadrarlos con la métrica de la canción. De compartir charlas, debates, viajes y narguile con gente como Raquel Martín y de contar con el apoyo generoso de Cristina, ambas del comité español de la UNRWA.
Y ahora deja que te hable de cómo puedes ayudar a que este viaje llegue a buen puerto.
La UNRWA se financia por contribuciones voluntarias de diversos países y de la Comisión Europea. En tiempos de crisis su financiación se ve severamente castigada.
Por eso, el comité de la UNRWA, ha puesto en marcha una campaña de sensibilización en la que os invito a participar: www.yotambienmesumo.org.
Se trata de hacer una cadena de ayuda humanitaria para captar fondos para los programas de ayudas a los niños y niñas de Gaza. Dentro de ese marco está nuestra colaboración con esta organización. Próximamente pondremos a vuestra disposición la posibilidad de que os hagáis con esta canción a cambio de un donativo. Todos los beneficios que resulten de la comercialización de esta canción, así como los derechos de autor que genere, irán destinados a programas de asistencia sanitaria y educativa, de ayuda alimentaria para los niños y niñas que viven en la franja de Gaza.
Cuando llegue el momento volveré a recordártelo. De momento te dejo este relato, largo, desordenado y lleno de momentos inolvidables, agradeciéndote mil veces tu atención.