miércoles, 21 de diciembre de 2011
Bienvenido, Invierno.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Grabando
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Vámonos
Vámonos al frío, a donde la luz no llega
atravesando nieblas y horizontes
con carteles de "en obras" frente al cielo.
Por una vez olvidemos el idioma
en que maldicen los gendarmes
que controlan las fronteras,
el humo que escupen los banqueros
que niegan el futuro y tu hipoteca.
Vamos, pequeña,
que sobre la línea inconstante del asfalto
volaremos como gaviotas que muerden
la plata que acuchilla la mañana.
Este otoño tan abril y tú vestida de madrugada,
resistiendo las heladas y la duda
que es palpar la pared, desconcertada,
buscando interruptores que se esconden.
Es a veces el otoño una gotera
que encharca la cocina y hace frío,
y todo trae la luz blanca de escarcha
que quema los jazmines del olvido.
Vamos anda, que ya es tarde.
Quedarán en Madrid las mil guirnaldas
como cuerdas tendidas con la ropa
de los ángeles despiertos a deshora,
las medusas que sonríen tras la luz
de escaparates, todo a plazos,
oropeles de algún barco naufragado.
Queda Tántalo también buscando sitio
entre atascos sin origen ni destino.
Volveremos a vestir árboles rotos
como cada Navidad que fuimos niños.
Pero ahora vamos, mi pequeña,
se hace tarde. Tú, de mayo
y este otoño, tuyo y mío.
jueves, 1 de diciembre de 2011
Los momentos previos y las disculpas
Por cierto, os debo la entrada en el blog de ayer. Entre las toses, la preproducción del disco, los nervios propios al empezar un nuevo proyecto se me escapó el tiempo. Al día le faltan horas. Queda poco para empezar. Ahora andamos trabajando en el arreglo de una vieja canción (casi de adolescencia) que hemos recuperado para este disco. Sonará sencilla, clara, como el manantial que cada mañana lava las arrugas de nuestro rostro. El tiempo pasa y somos otros, pero no peores. Otros que, aunque siguen soñando, saben de los zarpazos que dejan los deseos tras la estrella que araña la madrugada.
En medio de esta tormenta financiera, ya ves, me atrevo a sonreír. Dibujando columpios rojos, la silueta de un hombre solitario, las canciones que te debo y arrancándole las manecillas al reloj. En esas estamos.
Abrazos mil
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Horizonte
todo cambia para que todo siga igual,
y no hay urnas que aplaquen a la fiera,
ni soledad que borre los nombres
tallados en los árboles desnudos de los parques.
Duelen las muelas y el bolsillo
quemado por las brasas recogidas
en la última primavera en que aún cantabas
como aquel duende camino del trabajo
asaltado por mil durmientes con frío
sin caja de cristal que las proteja.
Es invierno, sin duda, cuando hablas
de la noche coronada de banderas
que un día nos robaron del balcón,
cuando miro asolado las macetas
huérfanas de jazmines y geranios,
como los sueños quemados del estío
cuando tu piel brillaba y era otra
la forma de mirar la carretera.
Era entonces promesa de una huida,
ventana a un paisaje de montañas
o dunas que se pierden a lo lejos,
el viento mece lento las cortinas
como el dulce tintineo de tu risa,
el reloj que mece siempre nuestra siesta.
Es ahora aquel camino,
una canto de sirena sin naufragio,
un acantilado gris con luz de pavesa,
un clavo que arde como zarza
que promete tierras innombradas.
Aquí ya nada tiene remedio,
te dices mientras miras
la senda que conduce hacia el futuro,
y vuelves cabizbajo hacia la sombra
que es la tarde de esta céniza de miércoles.
Pero no.
Hoy es siempre todavía y tú lo sabes.
Como si alguien del pasado te nombrara
mientras andas distraído por la calle
tú sonríes al girar el rostro. Nada
te hará perder el gesto, el desafío
que provoca tanta rabia en cada puño.
Saber que estás a tiempo, aún en invierno,
de incendiar cada mañana con tus ojos,
mirando al horizonte, que te espera
como amante en otro puerto al que regresas
sabiendo que estás vivo, aunque te hieran
los inviernos, los mercados, tanta espera.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Domingo de elecciones
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Tebeos
Van a cerrar mi tienda de cómics de toda la vida. Aquella de la que salía cargado de tesoros, historias con más color que la vida atravesada en nuestros párpados, declaraciones de amor y de guerra en un bocadillo suspendido sobre la cabeza del superhéroe siempre alerta, tu amistoso vecino, la implacable flecha verde que se escapa del tedio y de la muerte, la increíble Patrulla-X, Mortadelo y Filemón, Joe Sacco arrancándole la piel a una realidad malherida, los ratones de Maus en el pozo más oscuro, Carlos Giménez y sus huérfanos eternos, yo mirándome al espejo de la infancia, en el que, ya sabes, las ventanas siempre parecían más grandes.
Cierra El Aventurero, junto a la Plaza Mayor. Otra víctima de la crisis global, implacable, que no entiende de luces prendidas junto a la cama, releyendo el último tebeo, de la mirada de niño que tiembla ante el olor a papel brillante coloreado, ante el final feliz que casi nunca acompaña a la tinta roja de la actualidad.
A veces un niño grita en nuestra garganta y el diamante que fuimos brilla y nos quema dentro del pecho, como un mal tequila tomado de hidalgo, de un solo trago, evitando el gesto que la llama nos provoca, sin más sal que la de esta lágrima, sin más limón que el recuerdo del tiempo que todo era más fácil y la brisa más dulce nos acariciaba a la salida del colegio.
Como en la canción de Sabina,el diario no decía nada de mi tienda de tebeos. Y el otoño, como el transatlántico en la película de Amarcord, atravesaba la niebla del tiempo como un lamento, lejano, con la apariencia sepia de una foto vieja y maltratada, con el cielo lleno de canas y la gente sonámbula, con ojos de pijama y luz de mediatarde.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Madrid
miércoles, 19 de octubre de 2011
Motor de búsqueda
miércoles, 12 de octubre de 2011
Caracas
En Caracas
miércoles, 5 de octubre de 2011
Esperándote
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Despedidas y encuentros. #papacuentameotravez
Llegamos a Madrid. Y nos preparamos para la presentación del libro #papacuentameotravez de mi hermano Daniel Serrano, que haremos en el bar La realidad en La corredera Baja de San Pablo, 51, el jueves a las 19:30 con Nacho Escolar y el autor.
pavesas arrastradas por los alientos agitados
de dioses tristes,
las ventanas alejándose,
el mar de pañuelos blancos,
las oraciones de despedida,
mi abuela persignándose en la puerta de su casa
al vernos partir de vuelta a nuestro hogar.
Todo nos decía adiós,
nos íbamos como un ejército cansado
que tras poner claveles en cada cañón,
tras abrazar al último habitante
mientras el viejo himno sonaba,
soñaba con pisar la tierra
que aún se escondía en el fondo del bolsillo
y en las gargantas heridas de tanto llanto.
Fuimos felices y aunque el mundo se agrietó,
escupiendo la lava que ha de devorar
escuelas y hospitales,
dejando para la historia
las estatuas de madres protegiendo a sus hijos,
como en aquella ciudad sepultada,
nos atrevimos a idear días mejores,
nuevos amaneceres.
No rebelamos ante tanta somnolencia
y a lo lejos, en mitad de una plaza,
un tornado giraba como la risa de un niño,
como el polen que llora la copa de un árbol
agitando los estambres y las almas.
Y adoré tu rostro,
dulce, ferozmente,
porque apareces en todos los planes,
porque todo en ti
encuentra una razón.
Volved pronto, parece decir la ciudad
que, tímida, se levanta
cubriendo de escarcha nuestras frentes
y la serpiente que duerme
en la carretera camino del aeropuerto,
con sus escamas rojas y amarillas,
con su cartel de libre apagado,
nos mira marchar y descubre su cabeza.
Vuelvan pronto,
parece decir el niño que saca la lengua
en el coche de al lado,
el río agitado, el mate listo,
las calles de Palermo,
y los libros de Soriano.
Volveremos.
Al fin y al cabo, hermosa ciudad,
eres la luz perenne de los faros,
la costumbre de dormir al lado izquierdo,
la cábala al salir al escenario,
la duda de estar vivo si ella falta,
ventana hacia el futuro,
camino nunca andado.
martes, 13 de septiembre de 2011
Tener miedo.
La tarde del 12 de septiembre fue emocionante. Tuvimos la oportunidad de presentar el libro de poemas de mi padre "La blancura de la ballena" en Buenos Aires. La Trastienda, en San Telmo, como otras veces, nos recibió calurosamente. La primavera derramaba su luz sobre los adoquines y los versos estallaban sobre las aceras como la lluvia de un mal verano. Fuimos felices. Gracias a todos. Les dejo un link para qué estén al tanto del viaje de este poemario: http://www.facebook.com/Ediciones.Galmort
La amígdala vibra
como la campana de un tren
que se despide de la ciudad
asaltada por el mar y las mentiras,
como la molécula de agua
mecida violentamente
por el calor de la llama.
El té está listo
y en la encimera de la cocina
el libro que nunca terminamos de leer.
A veces una canción,
un recuerdo al pie de una montaña
o del viaje que aún no hicimos,
como el ala de una mariposa
que acaricia mi mejilla,
me trae besos de lorazepam
para mi alma y mi consuelo,
y el televisor es una caracola
con el sonido de las playas
en que saltamos las olas,
Imbassaí como el cuento del pirata
abandonado por los turistas,
solos tú y yo,
y el tibio tacto de la arena,
la alfombra interminable
que conduce al futuro
o a la siesta compartida.
Estar vivo, supongo, es tener miedo,
y sostenerle la mirada
a esas dudas que nos achican los pulmones
a esa nada parecida
a la sensación del escalón olvidado,
la pendiente abrupta en el asfalto
viajando en el coche hacia una nube.
Saberse vivo aún temiendo
que el mañana sea un precipicio
o una casa con la puerta entreabierta,
vacía y silenciosa, guerra fría,
sabiendo que un día al despertar
Madrid se callará y tú, perdida;
saberse vivo aún sabiendo
que al borde de la vida está el olvido,
será la obligación de los valientes,
que saben que está todo por hacer,
que olvidados y asustados aún tenemos
la costumbre de pelear contra la sombras
que esperan escondidas en armarios,
que gritan su ronquera en los periódicos
que tiemblan en mi pecho como hadas
encerradas en un tarro como insectos.
Tenemos miedo pues amamos
con la voluntad voraz del que se sabe
perdido sin la paz de tus abrazos,
sin la analgesia dulce de la espera
que antecede a tu llegada de algún viaje,
promesa segura de saberse
a salvo de los miedos y el reproche.
martes, 6 de septiembre de 2011
Supernova
Terminó la gira Acuérdate de vivir en Argentina, Chile y Costa Rica. Y queda un poso de tristeza. Ya sabes. Como la casa abandonada tras la fiesta: guirnaldas por el suelo, botellas vacías abandonadas en cualquier sitio, ceniceros repletos, el rastro de un tornado recorriendo la cocina. Y el eco lejano de las voces que celebraron el encuentro: estrépito de gaviotas persiguiendo un barco que regresa. Te echaré de menos. También en eso consiste estar vivo.
Supernova
http://www.publico.es/ciencias/393332/detectada-una-explosion-estelar-cercana-a-la-tierra
Hace 21 millones de años
estalló una ardiente supernova
y hoy, airado, el firmamento
escupe un diamante, congelado,
luminoso, de blancura cegadora
y no hay niños en pesebres
que nos salven del naufragio.
A veces te dará por pensar
que todo es piedra negra y afilada
y que difícilmente podremos trepar
el acantilado contra el que las olas
empujan los botes salvavidas.
Pero habrás de ver que la noche
pare nuevas estrellas,
supernovas ancianas,
más que el rencor y los abrazos.
Hace 21 millones de años supe de tu existencia.
Entonces todo era camino de tierra,
plagado de baches y lagartos,
y tú, como una amapola en el arcén,
como una gota de sangre
dejada por el animal herido que huye
de las pistolas y las tormentas,
temblabas anunciando algo nuevo,
un fin de año claro y soleado,
una tarde contigo en el Edén,
sofá de videoclub y gaseosa.
Ahora, tu ausencia araña una pizarra,
y esta tarde gris tan nosotros,
tan tú y yo soñando alguna huida,
me deja tu recuerdo entre las mantas,
la cama es una pista de aeropuerto
donde aterrizan grises aeroplanos
pilotos que han perdido sus batallas,
cormoranes venidos desde lejos
para ver amanecer en nuestro abrazo.
Hace 21 millones de años estallaba
un estrella blanca, pequeña y somnolienta,
cansada de dormir el sueño de otros,
y el cielo a veces es una alambrada
o el agua de piscinas que en invierno
recogen hojas secas, renacuajos
y todo trae la sombra de cipreses.
Menos mal que tú viniste un día
para alumbrar con luz de supernova
viejas constelaciones desgastadas
por el arañazo inútil de deseos
que fueron persiguiendo a otras estrellas.
jueves, 1 de septiembre de 2011
Mamihlapinatapai
Tras un largo viaje de 16 horas en autobús llegamos a Neuquén y dimos el primero de los dos recitales que realizaremos en la ciudad. Con algo de retraso (fuimos de nuevo presos de las cenizas de un volcán) dejo la nueva entrada en el blog.
Mamihlapinatapai
Mamihlapinatapai es una palabra del idioma de los indígenas yámanas de Tierra del Fuego, listada en el Libro Guinness de los Récords como la "palabra más concisa del mundo", y es considerada como uno de los términos más difíciles para traducir. Describe "una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno se anima a iniciar" (De la wikipedia)
Ardían en las farolas de aquella calle supernovas
y vibraba mi pecho como la caja de un violín,
madera maltratada por las despedidas y el invierno.
Miraba los taxis vacíos, saludaba a los niños
que desde los coches agitaban sus manos.
Te esperaba a la puerta de un teatro
y era tu barrio un carrusel ardiendo,
torbellino implacable de hojas secas
y jazmines sin flor trepando por las verjas.
Entonces apareciste bajándote de un coche.
Mamihlapinatapai.
Mirábamos el primer acto y en nuestras sienes
latían mariposas durmiendo en crisálidas azules.
Reías en el asiento de al lado y entre las butacas
saltaban peces voladores y las lámparas que marcaban
la salida de emergencia llevaban todas a tus labios.
Mamihlapinatapai.
Yo te comenté algo sobre uno de los actores,
cualquier tontería, me acerqué a ti,
y una ráfaga de futuro me cruzó la cara,
atravesando la cortina de tu pelo.
Ahora sé que se dora con los atardeceres,
pero por aquel entonces sólo intuía que en su cascada
podrían lavarse todas las almas del mundo
del barro que dejan las tormentas de estos días.
Mamihlapinatapai.
Salimos comentando la obra, poniéndonos los abrigos
y el hierro de las corazas que nos salvan
del hielo de la luna y los desengaños.
Éramos Adán y Eva expulsados del Edén.
Caerán ahora, pensaba, los besos y los adioses
sobre mi rostro como el trozo azul de un glaciar.
Tú callabas mirando la calle
como buscando a lo lejos algo,
una isla perdida sin mapas ni tesoros,
un taxi libre quizá.
Mamihlapinatapai.
¿Tomamos algo?
Y en mi sonrisa sonreían todos los hombres del mundo.
Me encantaría.
La noche acarició el arroyo de tu pelo,
abrazó a los niños que no sueñan
y me llevó de su mano hasta tu casa.
Mamihlapinatapai.
martes, 23 de agosto de 2011
Te debo una canción
Para Montse (con permiso de Joaquín al que le debo mil canciones)
Te debo una canción,
que hable de mujeres con piel de quinoto,
de hombres con voz de caracola,
de borracheras al pie de acantilados
mientras el sol acuchilla el horizonte,
de perros correteando por el césped del Retiro,
y libros abandonados en los bancos.
Pero la luz estroboscópica
de estos días de hecatombe financiera,
de tierra ennegrecida por el incendio,
esta nube de cenizas que levanta cada paso,
la luz de notario que escribe este futuro
sin árboles, sin libros y sin hijos,
apenas me deja hueco en el pulmón para un suspiro,
tiempo que perder en la cocina,
calma para darte la canción que aún no te he escrito.
Te debo una canción
que hable del borde la vida
allá donde navegas de lunes a viernes,
soplando las costras en las almas,
pedazos de diamante maltratado
que tu lustras con paciencia, generosa.
Que hable de tu risa azulmarino
tu voz desalambrando la mañana
de la bronca que suena a maremoto
si tu marido y yo llegamos tarde,
la noche nos abriga como madre
que teme que sus hijos se hagan grandes.
Pero este mes viene desmadejado
y todo trae el sabor de un vino malo,
agriado por la sal que traen los llantos
de las salas de embarque hacia la nada.
Difícil es tejer las melodías,
si el mundo se deshace este verano
como los nombres que ha tallado en hielo
aquella adolescencia que habitamos.
Habrá que someter a referéndum
las cartas de los bancos, la tristeza
que flota entre los restos del naufragio,
las flores de papel, las despedidas.
Te debo una canción.
Estoy en ello.
martes, 16 de agosto de 2011
La carretera
Tiembla la cinta roja, el rosario regalado
bajo el espejo en el que todo se aleja.
Las manos en el volante,
la mirada en la carretera
y detrás de los ojos tu imagen,
la promesa pendiente,
las vacaciones futuras,
las dudas y los sueños haciéndose horizonte,
llenándolo todo.
Volvemos a casa,
que no es más que un estado de ánimo.
Somos de dónde nos dan de beber,
de donde nos abrazan los fantasmas
o de allá donde nuestro nido duerme.
Volvemos a casa
y el coche ronronea como un animal cansado.
En la ventanilla un borrón retrata lo que fuimos.
Nos preguntamos quién habitará la casa
iluminada bajo la lluvia,
cómo será la vida en esa aldea que dejamos atrás,
cómo serán las noches de esa muchacha
que cobra las golosinas y los refrescos
en la estación de servicio casi desierta.
Tararea una cumbia
y cuenta el vuelto con gesto mecánico.
Sonríe pensando en un nuevo abrazo.
Pero tu coche ya se ha alejado,
y devora bajo sus ruedas la vida
hecha horizonte.
Un perro camina solo por el arcén
y nos recuerda a todos los perros que tuvimos,
leales amigos que siempre trajeron la infancia
a los hogares que habitaron.
A tu lado, mientras viajas
crecen ciudades de chapa y miseria,
ciudades sumergidas, ocultas,
de negrura cegadora.
Evitamos mirar esas paredes tras las cuales
anda descalza la esperanza
y una pátina de óxido y tierra
cubre el futuro, allá donde niños mocosos
tiran piedras al olvido.
Somos esa carretera
que nos acerca a casa,
las ruinas que dejamos atrás,
el terco camión que jadea subiendo la cuesta,
el que cronometra el viaje repetido
e, infeliz, suspira satisfecho
por los minutos robados.
Y el viaje nunca acaba
porque al llegar somos otros
vistiendo el mismo cuerpo,
cansados por las horas al volante,
dichosos por encontrar tu mirada
en el asiento del copiloto
como la promesa de un hogar duradero.
martes, 9 de agosto de 2011
105
En la foto desgastada por el tiempo, ella sonríe tímidamente. Se abraza el cuerpo mientras espera a que la cámara abra su pupila para salvar este instante del olvido. Roberto Ismael, “Pilunchi” como le llaman los vecinos, ha colocado cuidadosamente la cámara sobre la nevera con el disparador automático. Sonríe, expectante, al otro lado de la foto. Entre él y su hermana, su amigo Jorge mira despreocupado. 8 años después, el 21 de enero de 1976, es secuestrado en el 4.265 de la calle Hernandarias, en Santa Fe. Desaparecido. Militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores y había estudiado para Perito Mercantil.
En la foto que el tiempo ha de desgastar, la ausencia, luminosa, tiembla allá donde otro cuerpo habitó los sueños. Junto al hueco que dejó Roberto Ismael, su amigo y su hermana. Ella conserva el gesto casi infantil, tímido de la otra foto, aunque el cansancio es otro. Se abraza como antes y ahora parece que es del frío de quien se protege. Jorge mira a la cámara como lo hizo casi 40 años antes. Tras ellos otra puerta cerrada.
Es un día alegre. Manuel y Blanca se casan. Ella mira hacia el suelo, serán los nervios de un día tan señalado. Manuel dirige sus ojos a la cámara casi desafiante, y permanece al lado de la que ha de ser su esposa. Angelita parece sonreír por algo que no acertamos a observar. Mira hacia fuera y abraza a su novio, Raúl Alberto, hermano de Manuel. Éste agarra la breve cintura de Angelita y el blanco y negro de la foto recorta su rostro como el de una figura bíblica. Es más joven de lo que parece.
“Son órdenes”. Eso le dijo a Angelita el conductor del jeep en el que llevaban el cuerpo agonizante de Raúl Alberto al destacamento policial. La noche del 11 de junio de 1976 hombres armados irrumpen en su casa. Se identifican como miembros del Ejército. Descargan sobre él sus pistolas. Luego entra la policía y registra la casa. Su mujer, Angelita, pide desesperadamente, a gritos, que lo ayuden. La policía accede a llevarlos al destacamento. Él es líder estudiantil en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica Argentina. No se le conocía militancia política activa. Angelita permanecería detenida 5 días, incomunicada y a disposición de las autoridades militares.
En la foto que el tiempo ha de desgastar Angelita mira a alguien que está fuera. Ya no sonríe con la inocencia de la foto en blanco y negro. Nadie abraza su cintura. El hermano de Raúl Alberto y su cuñada en idéntica pose pero a todo color. Aunque el tiempo nos hizo otros, lucha por asomar el relámpago de la juventud en las miradas. Y a la izquierda, la ausencia de Raúl Alberto, atronadora.
Las fotografías las encontré en un emocionante libro. Previo al concierto en Paraná tuve un encuentro con miembros de HIJOS. Aquellas maravillosas muchachas me hablaban con cierta emoción de los procesos que se están abriendo en la región contra criminales de la dictadura. Me obsequiaron esta colección de retratos. Se llama Ausencias y las fotografías están realizadas por el entrerriano Gustavo Germano. Las ausencias revelan el drama de tantos “trabajadores, militantes barriales, estudiantes, obreros, profesionales, familias enteras; ellas y ellos víctimas del plan sistemático de represión ilegal y desaparición forzada de personas, instaurado por la dictadura militar Argentina, entre 1976 y 1983”.
Otra ausencia es llenada. La Abuelas de la Plaza de Mayo encuentran al nieto 105. 105 niños secuestrados durante la dictadura se han reencontrado con su identidad, con su familia, con su historia. Laura tenía dudas con respecto a su origen y decidió hacerse un análisis de ADN. Así supo que nació en el Hospital Naval en febrero de 1978, por cesárea. Su madre dio a luz en cautiverio. Sus padres fueron secuestrados y llevados a la ESMA cuando su madre estaba de cuatro meses.
Aún hoy, después de tantos años, las ausencias dejadas en los retratos se llenan de rostros. Al fin y al cabo, de vida, esas ausencias, siempre estuvieron llenas.
martes, 2 de agosto de 2011
Habemus Papam
Decía mi abuela “una misa no hace daño a nadie” cuando, habiendo fallecido un amigo de mi padre, pedía que se celebrase una por el difunto en la iglesia de su pueblo, aunque éste no hubiera pisado lugar más santo que los bares en los que había brindado con mi viejo. No sabía mi abuela por entonces, claro, del coste de la misa que el Papa va a celebrar en Madrid a propósito de las Jornadas de la Juventud convocadas en mi ciudad.
Dicen que al Estado no le costará nada, que sólo reportará beneficios para la capital, pero lo cierto es que entre la cesión de los espacios públicos (colegios, polideportivos), el trabajo de los funcionarios, las exenciones fiscales a las empresas patrocinadoras y otras cosas (como el traslado de los papamóvil en un avión Hércules del ejército español) los contribuyentes aportaremos cerca de 30 millones de euros para sufragar la visita del Papa. Que por cierto no viene como Jefe de Estado sino como autoridad máxima de la Iglesia, para evangelizar a la descarriada España, víctima del azote laicista que sufre occidente.
Más allá de este gasto, la propia Iglesia ha reconocido que el coste de las jornadas y de la visita serán de entre unos 47 a 54 millones de euros, según declaraciones del propio obispo auxiliar de Madrid.
La ayuda del Estado español mandada a Somalia, que sufre una hambruna aberrante, es de 25 millones de euros.
Respeto profundamente las convicciones religiosas de cada uno. Admiro el trabajo de aquellos que, movidos por su Fe, sacrifican su tiempo y sus vidas intentando paliar el sufrimiento ajeno, poniéndose del lado de los excluidos, de los que menos tienen. Muchos de ellos pertenecen a la Iglesia Católica. Es por ese respeto que me parece totalmente indispensable la separación definitiva del Estado y de la Iglesia. Y es por esto que considero lamentable que el dinero de los contribuyentes se emplee en unos actos de estas características, en tiempos tan difíciles como los que nos tocan vivir.
La Iglesia católica también tiene sus indignados y son muchos los que tratan de hacerse escuchar enfrentándose a una jerarquía que se ha alejado de sus feligreses. Se llenarán las plazas jaleando al Papa, pero las parroquias se van quedando cada vez más vacías.
Desde el otro lado del océano observo como se desarrollan los acontecimientos en mi ciudad. Aquí, en Argentina, ponemos una cinta roja en un altar del Gauchito Gil, bandolero bueno, santo pagano, para que nos proteja en la carretera, pegamos una estampa de Osvaldo Pugliese, pianista militante, otro santo que espanta la mala suerte, en las fundas de nuestras guitarras, hay quien le pide a Rodrigo, cantante de cuarteto, que le cure el alma y quien le suplica a la Pachamama para que el invierno no nos maltrate. Yo le rezo a mi amada y venero su rostro, dulce, ferozmente, bebo del breve hueco de sus manos la savia sagrada que cura el olvido, cuento las pecas de su cara como los misterios de un rosario. Brindo por el futuro mientras observo a lo lejos mi ciudad y su imagen, trémula por el calor que se eleva desde el horizonte, me trae recuerdos de los amigos, abrazos solidarios, fotos de la familia y rumor de tormenta.
martes, 19 de julio de 2011
No sé qué decirte
No sé qué decirte,
he tropezado con la blancura de tu rostro
quemado por el invierno inmisericorde
y me quedo mirándote,
adivinando bajo las mantas la orografía tranquila
en la que siembro mis certezas
y busco tus valles como el agua del arroyo.
No sé qué decirte,
sigo insomne esta noche de aniversarios y derrotas,
mientras los locos buscan en buzones ajenos
cartas de amor, postales de viajes que nunca harán.
No sé qué decirte,
así que callo y me sumerjo en este estrépito de cascada
que cae sobre tu rostro,
bebo del breve hueco de tus manos
y de debajo las sábanas
se eleva el aroma de la hierbabuena
nombrando el verano que no tuve.
Somos quienes somos, hombres y mujeres
que se atreven a soñar, a golpes con la vida,
simplemente eso, corredores de fondo,
que anhelan tu sonrisa, aún desconocida,
o una brizna de viento, acariciando nuestras sienes,
trayendo noticias de tu regreso,
qué tal te estuvo el viaje,
¿me echaste de menos?
Pienso todo esto
mientras desde las tribunas hablan
hombres con coronas y escamas,
vendedores de elixires mágicos,
saludables para el cabello y el olvido,
dos por uno, y tú dormida
febril y deseada
y no sé qué decirte.
Pienso todo esto,
mientras en la noche tucumana
suena la voz de la Negra,
trayendo recuerdos de un exilio madrileño,
mientras la pava silba
y la luna arde en lo alto.
Pienso todo esto
y no sé qué decirte,
sólo que estoy aquí,
para darte paracetamol,
versos y pétalos de rosas,
canciones del recuerdo,
y todas las voces del mar
que arrastra tu risa
y mece nuestro insomnio.
Te has dormido y me callo.
Mejor así.
No sé qué decirte.
martes, 12 de julio de 2011
Hija de Lilith
Hija de Lilith,
no te trajo a este mundo la costilla de un hombre.
No dio vida a tu barro el aliento de un dios cansado.
Has nacido del vientre de la primera mujer,
brisa meciendo las espigas doradas,
lámina de plata sobre la primera ola,
pavesa incandescente huyendo de la llama
hacia el cielo como una plegaria.
No eres ángel redentor,
ni acaricias las escamas del guardián del manzano.
No quieres que llore a tu lado,
ni elevarte a las alturas.
No esperarás mi regreso
tejiendo tristes sudarios.
Hija de Lilith,
luna radiante a la que aúllan los lobos,
la que mece las mareas, la venerada por los locos,
trazas tu propio camino
con la férrea voluntad del que ha perdido todo
o todo lo tiene.
Trazas sendas en otras pieles,
como los ríos siembran valles,
con la constancia del cautivo
que marca en los muros
tantas líneas como días.
Hija de Lilith,
no hay piedad para aquel
que no supo adorar tu rostro.
Tu eres la primera mujer
sonriendo al último hombre.
martes, 5 de julio de 2011
Harto
miércoles, 29 de junio de 2011
Futuro
El futuro me ha llamado con tu voz
y, mientras ruedo por la cama,
insomne y asustado,
busco detrás de mis párpados
la playa en que te vi reír,
y el mar sonando en el hueco de tu abrazo,
como una caracola abandonada
en la arena de los días perdidos.
El futuro trae tu olor,
como el aroma metálico
del ozono tras la tormenta,
como nuestra cocina con los fuegos encendidos
mientras fuera la ciudad ronronea
como un gato entre mis pies.
El futuro tiene tu tacto,
de pétalo vivo,
tu sombra de espiga dorada
y tu risa de espuma
rompiendo sobre el mascarón de proa.
Y así caminamos,
soñando libélulas, hadas y cometas,
hacia el futuro,
cuando el sueño se apiada de mi
y la habitación entera se calla.
La gente nada sabe del amor
si no se reconoce en nuestros pasos.
Todo empieza y todo acaba en ti.
martes, 21 de junio de 2011
Despierta
Despierta,
arranca las cortinas y vístete de calle,
que la vida te cubra como el agua fría la cara.
Ahora que mil corazones no resueltos,
cansados de tanta derrota,
agitan sus alas y gritan desde los acantilados,
ahora que las pieles brillan en las plazas
y la tarde arde sobre las espaldas de quienes preguntan,
has de despertar.
Despierta,
se la zarza incendiada que indica el camino,
que la vida es eterna en cinco minutos
y todo empieza y todo acaba en ti.
Basta de tristezas,
a veces la victoria puede ser hermosa,
como lo es la sonrisa última del que se despide,
como el monólogo secreto del niño que juega,
como el pequeño milagro que encierra el relámpago de tu carcajada.
Despierta,
te espera paciendo en el asfalto
una reata de pegasos,
nuevas constelaciones iluminan
la ruta de los navegantes extraviados
y los dormidos se levantan de las cunetas.
Despierta y trae la llama,
somos la herida abierta.
Todo empieza y todo acaba en ti.
miércoles, 15 de junio de 2011
martes, 7 de junio de 2011
Como Ulises en Ogigia
Espero en Buenos Aires, pendiente del parte metereológico y de las noticias en Madrid. La Puerta del Sol se reúne en una nueva asamblea y sobre los toldos cae la lluvia de una primavera que se empeña en ser otoño.
Islandia sienta en el banquillo de los acusados a sus gobernantes, responsables de la hecatombe financiera, testigos mudos, cuando no cómplices, de un sistema financiero desquiciado que bebió hasta la última savia de una sociedad dormida. Se les acusa de no haber tomado medidas “con el propósito de impedir los daños previsibles para los fondos públicos”. Porque, a estas alturas, sabemos todos que los daños eran previsibles. Aún no es tarde para que el ejemplo islandés cale en otras sociedades.
Quedan las ciudades cubiertas con un manto de cenizas como el futuro por la nieve de este invierno que entumece nuestro rostro y nuestro sueño, cubierto de estalactitas, derritiéndose ante el sol que tirita sobre el reloj de la noche de fin de año.
Intercederá Atenea en nuestro nombre, permitiendo nuestro viaje al sur del mundo. Mientras, tú despiertas, abriendo las ventanas de par en par. Te vestirás de relámpagos y geranios y saldrás a la calle. Al abrir tu portal, paciendo en el asfalto, encontrarás una reata de pegasos. Pacientes te esperan para emprender el vuelo. Más allá de las cenizas verás brillar la estrella de los vencidos.
Nunca es tarde si es otoño y duermo en tus brazos. Ulises suelta amarras y el canto alborotado de las gaviotas te nombra. El mar conoce tu nombre, como el viajero la derrota.
Ismael
PS 1: Sobre la reprogramación de los conciertos al sur puedes consultar: http://www.facebook.com/note.php?note_id=10150202972775942
PS 2: Varias personas han preguntado por mi cuenta de twitter. Aquí va:
http://twitter.com/SerranoIsmael
miércoles, 1 de junio de 2011
Herido de vida
Pero antes, en Santiago, la Alameda se desbordaba con el caudal implacable de la cólera popular. No a Hidroaysén, gritaba la gente, exigiendo a la clase política una mirada a largo plazo que parece haber perdido. El brutal impacto medioambiental que tendrá en La Patagonia el proyecto energético que quiere llevar a cabo el gobierno de Piñera hace evidente que se privilegian los intereses empresariales por encima de las necesidades y exigencias de la mayor parte de la gente.
Otro día, los estudiantes en lucha me hablan del endeudamiento de los más jóvenes ante los créditos que exige la matrícula universitaria, de cómo se abandona la universidad pública, de cómo la educación superior se convierte en un privilegio y en el negocio de unos pocos. Y me dicen que saldrán a la calle, para mostrar que, pues viven, anuncian algo nuevo. Pienso entonces en las cartas que llegan desde Madrid. La Puerta del Sol bulle efervescente, las plazas son ágoras vivas donde el debate es intenso y plural. Lamento no estar allí, aunque en cierto modo lo estoy cada vez que canto. Hablo orgulloso de mi ciudad, de todos aquellos que, indignados, se miran unos a otros en las plazas de España descubriendo que les nacen alas, que es la hora de habitar los sueños.
Y queda, mientras cruzo la cordillera, el recuerdo cálido de una mañana de domingo en Quilicura, comuna santiagueña que me recibió hospitalaria y generosa. Paseamos por los jardines de infancia bautizados con el nombre de profesores asesinados por los carabineros durante la dictadura de Pinochet. Y charlo con el hijo de Manuel Guerrero Ceballos, (profesor y dirigente de la Asociación gremial de educadores), con la viuda de José Manuel Parada (sociólogo y exfuncionario de la Vicaría de la Solidaridad), luchadores por la libertad, cuyos cuerpos degollados aparecieron una mañana de 1985 en un descampado de Quilicura. Hablamos también con las educadoras (“las tías” las llaman cariñosamente) que nos muestran orgullosas el trabajo de sus pequeños. Este es nuestro patrimonio, nos dicen mientras la luz del sol parece temblar entre las figuras móviles colgadas del techo. Este es nuestro patrimonio: nuestra gente, nuestra memoria.
Y cantamos en la plaza luminosa de la comuna con integrantes de la Escuela de Música de Quilicura e inevitablemente recuerdo el barrio en el que me crie, pienso en los poderosos vínculos que unían a sus habitantes y que construían la familia vecinal, núcleo de resistencia ante una ciudad que se empeñaba en ser hostil, en las puertas abiertas, como estas por las que me invitaron a pasar para brindar por los ausentes y por el futuro compartido.
Acaricio las cumbres azules y llego a Buenos Aires. Fuimos felices. Y seguimos nuestro viaje, heridos de vida.