Apresúrate despacio, amor mío, que la noche no perdonará nuestro retraso ni tu imagen vistiéndose en la penumbra disculpará la prisa.
Vivimos tiempos contradictorios, donde nada escapa al oxímoron. En nuestras propias vidas cotidianas, en la realidad televisada, en el lenguaje de lo políticamente correcto, en nuestras propias conciencias. Combatir la paradoja de los términos opuestos, presentes en todo como realidad rutinaria, como hecho ineludible, requiere un esfuerzo agotador, un empeño tal que a menudo sucumbimos a utilizarlos como descripción cierta e incuestionable del mundo que nos toca vivir.
Tiempos en los que el lenguaje, de forma aberrante, conjuga en la misma frase términos contrarios conviviendo en una expresión que adquiere un nuevo sentido, a menudo escalofriante. Y así, decimos niños soldados siendo palabras antagónicas, o el televisor nos advierte sobre la inexcusable utilidad de ciertos lujos imprescindibles, o nos vemos alertados por emergencias rutinarias que nos convierten en permanentes niños asustados.
Apresúrate despacio, amor mío. Porque apenas nos queda calma en un tiempo en el que morir, cada vez más, forma parte de la vida. Por eso la urgencia de recordar qué es vivir. Porque el espejo revela nuestras contradicciones, y refleja esa sombra antagónica que señalamos con un dedo reprobatorio, pero que nos sigue siempre alargándose cada vez más según se escapa el día, porque es parte de nosotros por más que soñemos ser virtuosos. Palabras enemigas que se convierten en verdad al ser pronunciadas en nuestras bocas. Aunque a veces parezca que sólo se convierten en verdad al ser nombradas entre anuncios publicitarios en informativos que consumimos, usamos y tiramos como el papel que envuelve el caramelo mentolado que llena de espiral aromatizada tu boca.
Puede que sí. Que el mundo sea un oxímoron omnipresente, y nuestras vidas estén llenas de vacíos, de placeres espantosos y dulzuras horrendas como las que las dos buenas hermanas, libertinaje y muerte, ofrecían a Baudelaire.
Pero también puede no ser tan cierto. Y revelar la mentira escondida bajo el oxímoron no sea tan difícil, como no lo era para el niño descubrir que el rey finalmente estaba desnudo, por más que otros cantaran alabanzas a su imaginaria vestimenta. Puede que rescatemos la calma que merece estar vivos, que nos acordemos de vivir.
Cantar a menudo sirve para exorcizar ciertos demonios. Para enfrentarnos a nuestros miedos y a nuestras propias contradicciones. También para hacernos caer en la incoherencia de ciertas conductas que marcan estos tiempos, de ciertas afirmaciones hechas desde la tribuna.
¿Sabes qué? No te apresures despacio. Sosiégate con premura. Tenemos toda la vida. Abramos una botella de vino y nombremos a las cosas por su nombre. Observemos como cae la nieve sobre la calle con monotonía animal, cuéntame de nuevo la historia de tu vida, de tu barrio al sur del mundo , mientras fuera, en la terraza, este invierno vuelve a helar el jazmín. Seguro que disculpan nuestro retraso. En tu piel está escrita nuestra agenda de deberes, el recordatorio de lo pendiente, en cada poro encontraremos un sortilegio nemotécnico que nos ayudará a recordar que era vivir.
* * *
Y aquí va la letra de la canción que suena en 6 por 8 a la manera del viejo Leonard Cohen, tan joven y tan viejo, clarividente y arruinado, cantándole a la noche eterna, inmortal como su voz vigorosamente cansada.
Oxímoron
Apresúrate despacio, amor mío, que la noche
reclama nuestra presencia. Es la calma y sus acordes
hoy el lujo imprescindible que nos arrebata el mundo,
los recuerdos olvidados, música callada de estos días de luto.
Apresúrate despacio, que estos días no te esperan,
que este eterno presente no les mostrará clemencia
para aquellos que, realistas, han pedido lo imposible,
para nuestras simples complicaciones, para nuestras cicatrices.
Puede que sí, que morir sea parte de la vida.
Hoy más que nunca, el planeta y sus mentiras.
Lluvia que quema, gente que espera, niños soldado,
muertos vivientes en la fiesta del club de los solitarios.
Puede que sí, que la historia del futuro, la del mañana
se escriba sin estrellas, nueva y mejorada.
Luces oscuras, emergencias rutinarias, armas inteligentes,
caos controlado, noticias del diario, hoy es siempre.
Apresúrate despacio, que hoy me encontré perdido.
Hoy he de romper el tedio, su pacto sin compromiso.
Hoy creo estar seguro de poder sobrevivir a esta muerte,
de romper esta cadena que me abraza, de una tregua permanente
Puede que sí, que morir sea parte de la vida.
Hoy más que nunca, el planeta y sus mentiras.
Lluvia que quema, gente que espera, niños soldado,
muertos vivientes en la fiesta del club de los solitarios.
Puede que sí, que la historia del futuro, la del mañana
se escriba sin estrellas, nueva y mejorada.
Luces oscuras, emergencias rutinarias, armas inteligentes,
caos controlado, noticias del diario, hoy es siempre.