miércoles, 30 de marzo de 2011

Aún es miércoles

Aún es miércoles cuando esta primavera llena de aristas
viste la calle de luz de salida de colegio.
Me siento a salvo cuando te sientas a mi lado en la mesa
y las alarmas nucleares suenan lejanas
como los aullidos de un lobo asustado
en este miércoles que agoniza.
Tiembla la luz de la explosiones sobre el Mediterráneo
y escucho triste e indignado su trueno azul
mientras me pregunto el por qué de su urgencia y de tanto fracaso.
Aún es miércoles cuando envidio a una muchacha
que sale del trabajo y enciende un cigarro
mientras llama a su novio o a su madre,
¿qué haces?, aquí echando un cigarrito.
Aún es miércoles para este exfumador
que tiembla entre tus brazos y bebe Romilar,
dextrometorfano hidrobromuro,
como si fuera el ron añejo de un pirata
para aplacar la angustia en la tormenta
que ruge en los océanos sin nombre.
Aún es miércoles cuando te toco la frente
y el mundo se detiene en tu sonrisa,
no tienes fiebre,
y me pregunto cuántos muertos
dejará la felicidad que nace en mi mano
aún en tu frente.
Aún es miércoles cuando mis sueños giran despacio
como mis dedos sobre esta carta que te debo
como la rama del jazmín en torno a la verja,
como la cena que baila en el microondas
mientras sobre la mesa te dejo unos versos
y suena un timbre que detiene
los sueños, mis dedos y la cena.
Aún es miércoles, ya termina,
la cena espera y yo te escribo,
y el día se resiste a terminar
cuando, entre toses, te cuento mi día
y el mundo, mi mundo, se sumerge
en tu mirada febril, brillante, inabarcable,
escuchas mis idas y venidas,
y el miércoles florece en tu presencia.



Decía el poeta, Asturias si yo pudiera, si yo supiera cantarte. No hay palabras para describir las emociones del concierto en el Jovellanos. Fue hermoso el viaje siguiendo la costa cantábrica, con parada en Cudillero y sus casas, mirando desde un anfiteatro el mar, y con el paseo bajo las catedrales encontradas en la playa. Llegamos a A Coruña y nos reecontramos con viejos amigos. Impresionante el recital en Galicia. Gracias de corazón.
Seguimos preparando los conciertos en Madrid (cierre de gira). Pero antes viajamos a Tenerife y después al sur, a Sevilla y Cádiz.

Si queréis podéis ver los vídeos/cortos que hicimos para el cierre de gira en http://www.ismaelserrano.com/videos/otrosvideos.htm

miércoles, 23 de marzo de 2011

Cierre de gira II. Entrevista

Seguimos en la carretera, dando los últimos conciertos a este lado del océano. Aun tiembla en mi garganta el rumor del batir de alas de las musas que nos escoltaban en el Palau de la Música de Barcelona. Preparamos el viaje al norte de España y seguimos haciendo planes.
El Mediterráneo brilla con el fulgor de nuevas batallas, el mundo parece derrumbarse pero nosotros, como siempre, no nos resignamos. Aún brilla en tu piel aquella primavera roja de luz color caramelo. Aún soñamos con asaltar los cielos. Aún seguimos vivos.
Otro regalo para despedir el invierno.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cierre de gira. Encuentro.

Allá va este cuento de primavera. Retratamos este encuentro, en el frío de este invierno que se resiste a la despedida, que sacude la tierra y nos deja algo desamparados. Nosotros seguimos cantando, tratando de abrigarnos con el calor de otras voces, empeñados en no claudicar aunque tambores apocalípticos suenen desde las antípodas. A veces para combatir el miedo, es bueno reunirse en torno a la lumbre y contar viejas historias. Esta es una de ellas.

Ismael Serrano

PS: Gracias a la gente de Valencia por el afecto, por las emociones intensas que compartimos. Fue una buena despedida. Hasta pronto. Adiós, Valencia. Hola, Barcelona.




miércoles, 2 de marzo de 2011

Poema para el miércoles escrito un jueves

Perdona el retraso.

Podría decir que fue el cansancio,

el tráfico implacable de esta ciudad herida,

la prisa sin alma,

trenes descarrilándose,

tuberías que estallan empapando la cocina.

Podría decir,

que me raptaron los espectros,

que tuve una reunión repleta de cifras y calendarios,

que la fiebre me atrapó rehén de las almohadas,

que todo fueron maldiciones y suspiros.

Perdona mi ausencia,

pero lo cierto,

siendo miércoles y casi primavera,

es que me quedé siguiendo el vuelo de una libélula entre los juncos,

brindando con viejos amigos

con los que recordé qué era vivir,

que durante un instante amaneció en el sofá del salón,

-ya eran las siete de la tarde-

y la espuma de otras playas llegó hasta la alfombra

y, como te dolía la cabeza,

te busqué un ibuprofeno,

y las alas de un colibrí para tu espalda,

mis manos abrazando tu raíz

y tú descalza llorando jazmines y escarcha.

Perdona que faltara a la cita,

pero tuve que abrir

todos los tarros de cristal

para liberar a las luciérnagas,

tuve también que abrirte la puerta,

porque bajabas por la escalera

cargada de maletas y soledades

Discúlpame,

pero lo cierto,

es que estuve cantando,

grabando una nueva melodía

en el leve surco de nuestras vidas,

que giraban lentas

como el disco en el que suenan

los árboles combados por el viento,

la vieja cafetera y los arroyos.

Perdóname,

podría decir:

“este invierno viste mi sombra

y apenas tengo tiempo para despedirme”.

Pero lo cierto

es que este día

largo e intenso,

trabajé,

reí con amigos,

amé

con toda la fuerza

de mi naturaleza apasionada,

y aunque te eché de menos

y el frío de Madrid me trajo tu nombre

supe que mañana estarías a mi lado

y que entonces,

repleto de luz y de razones,

sabrías perdonarme.