Todo es espera en tu ausencia
y toda margarita trae pétalos impares.
El tic tac del reloj,
el estruendo del martillo percutor,
el avance de las dunas,
la llamada de embarque en aeropuertos,
todo anuncia este momento,
este encuentro de leones que no olvidan,
de polen besando tu cabello despeinado,
y no hay peajes ni demoras,
no hay cenizas de volcán horadando mis alas.
Una paloma con rama de ceibo
anuncia la proximidad de tu costa
y hay estruendo de gaviotas
escoltando a cada barco que se acerca
al planeta sin baobabs que es esta casa,
esta habitación luminosa
donde duermen la siesta zorros y rosales.
Todo es espera mientras tejo tu bufanda
y la sonda Voyager lleva tu recuerdo
más allá de Palermo, más allá de Vallekas,
ciudades últimas donde el mar ruge,
los corsarios beben y las primaveras muerden
los parques, los bares, las escuelas.
Un grillo aserrucha la noche
y beben el helio de mis sueños
las cartas que aún no te he escrito:
achicoria amarga y mariposas,
las canciones que te debo
y noche estival en tu dormitorio.
Llegarás a mi vida como agua a la arcilla.
Será la pena un insecto encerrado en ámbar
y yo un viejo electrón empujado por tu luz.
Hasta entonces toda margarita
traerá pétalos impares.