En el Café de los recuerdos una mujer bebe lentamente un gimlet azul como cielo de verano, frío como el espejo del pasado. Entra lentamente un hombre vestido de blanco, panamá en la cabeza y luz de zafiro en los ojos. El bar está tranquilo. Los recuerdos sobrevuelan las tertulias en torno a las mesas, se agarran a las paredes como mariposas cansadas, se posan sobre la espuma de cada cerveza, dibujan lo vivido posándose en el fondo de cada taza de café. El rumor del bar es como un lejano estruendo de golondrinas haciendo vuelo rasante. Hay vida en este bar que espera tu llegada, agua de mayo para vestir de flores los fusiles y las ventanas.
Hemos empezado la gira. Y han sido días muy emocionantes. En Gandía, el estreno, entre nervios y expectación, se desarrolló entre el calor de un público generoso y amable. Mil gracias.
La dársena se lleno de pañuelos blancos y fuimos rumbo al horizonte.
En el Arriaga de Bilbao, en el Victoria Eugenia de Donosti, nos regalaron caricias y las voces de todos mecieron la noche fría, monotonía de lluvia y crisis tras los cristales.
Somos de donde nos dan de beber, de donde arden los recuerdos, de donde nos alumbran los sueños. A través del hashtag #todoempiezaytodocabaenti me hicisteis llegar vuestros sueños pendientes y fueron recitados entre las canciones: hubo quien soñó bailar una canción, dar vida, tener un velero, cambiar el mundo...
Seguid mandando vuestros sueños (en twitter con la etiqueta #todoempiezaytodoacabaenti) para seguir dando cuenta de ellos en los futuros recitales.
Gracias por el calor de estos días. En los primeros conciertos siempre se está nervioso y algo titubenate, pero fuistéis tremendamente afectuosos y generosos con nosotros y eso nos ayudó.
Seguimos en el viaje. Besos mil.