Ante el anuncio en las redes sociales de una acción promocional en FNAC en relación a la inminente salida de mi disco, fueron varias las respuestas de seguidores que me hacían llegar su contrariedad, cuando no su decepción, por no secundar el boicot al que supuestamente se convocaba por internet en defensa de los derechos de sus trabajadores/as y contra la precarización que les amenaza. Conocía la lucha de los/las trabajadores/as de FNAC que había tenido lugar en torno a los meses de marzo y abril. Expediente de regulación temporal de empleo, reducción de salario, supresión de seguro médico... Varias eran las razones que los/las llevaban a movilizarse. Quizá el momento más candente había sido el paro convocado durante el día del libro: de forma ejemplar varios/as escritores/as se habían solidarizado con la causa negándose a participar en las habituales firmas de libros que se suelen realizar allí ese día.
Hasta donde yo sabía la justicia había dado la razón a los trabajadores/as. “La Audiencia Nacional declara injustificada la modificación sustancial de las condiciones de trabajo y condena a FNAC España a reponer a los trabajadores/as a las condiciones anteriores a dicha modificación”. Los/las trabajadores/as habían ganado la batalla.
Pero quizá me había perdido información. Quizá desconocía algo por lo que algunos seguidores me reprochaban el hecho de que trabajara en Fnac.
Decidí acudir a las primeras fuentes para comprobar como estaban las cosas. Me dirigí a la Fnac de Callao y pregunté por el comité de empresa. Tras sondear a algunos trabajadores por fin di con Majo Rojo, presidenta del comité.
Le planteé mis dudas. ¿Debía anular los actos promocionales con la Fnac?¿Negarme a hacerlo suponía una forma de solidarizarme con su lucha?¿Promovían los trabajadores en lucha algún tipo de boicot del que yo no estaba informado?
Su respuesta fue rotunda: no. Me explicaron que a día de hoy no existe ningún escenario de conflicto laboral. La justicia les había dado la razón y si bien, tal y como está el patio, nadie puede negar la posibilidad de un nuevo escenario de precarización, de momento no había señales de ello. Volví a plantear mis dudas, quería estar bien seguro. “Pero...¿tus acciones promocionales no forman parte de tu trabajo? “, me dijeron. “Tú estás trabajando igual que lo hacemos nosotros. Otra cosa es que pidamos solidaridad ante campañas y movilizaciones concretas, pero a día de hoy no es el caso”.
Reiterando mi solidaridad y mi disposicíón ante futuras movilizaciones me fui de allí con las dudas resueltas.
Seguramente mi carrera está llena de contradicciones. Como el día a día de la mayor parte de los ciudadanos que se empeñan en vivir según sus principios en un mundo lleno de trampas y de espejismos. Personalmente trato de ser coherente con mi forma de decir. Eso no quiere decir que a menudo no me confunda. Si uno es exigente con la realidad que le toca vivir, con aquellos que la habitan, supongo que no puede esperar menos del prójimo. Aunque a veces el fuego amigo duela como un invierno sin ti.
Por desgracia la precariedad laboral está cada vez más presente: en las grandes superficies, en la óptica de la esquina, en el bar de tu barrio, en la administración pública. La sociedad de riesgo en la que vivimos impone como modelo el trabajo precario: convertir un derecho en un privilegio devalúa su calidad, hasta hacerlo desaparecer. Por eso es urgente estar alerta y apoyar la lucha del precariado.
Desde aquí mi solidaridad con los/las trabajadores/as de Fnac.