Tiempos difíciles. Un capitán de crucero sueña con ser Lord Jim. Y en un jurado de Valencia otro sueña con ser Henry Fonda en “Doce hombres sin piedad”. Pero no. Tú no eres Ilsa Lazlo ni yo Rick Blaine. Y todo acaba en desastre y melancolía. Así que el periódico, otra mañana más, envuelve a un pájaro muerto sin que nadie encienda las antorchas y se arme con bieldos y rastrillos camino de La bastilla. Suben las almas y el coste de la vida. Y las calles son alumbradas por la luz de los cajeros. Marque su número secreto. Retire su efectivo.
Volví de Bartislava y en Viena, como en el cuadro de Klimt, nos cubrió una manto de oro mientras nos besábamos. Somos la viola en una orquesta, buscamos nuestro lugar en este tiempo, temblando en cada solo. En medio de cada melodía. Algo desafinados. Y vestidos de domingo salimos a la calle a pasear nuestros cuerpos.
Sigo trabajando en el nuevo disco. Dentro de poco empiezo a grabar las voces. Las canciones crecen como la tarta de naranja que pusiste en el horno. Quiero adivinar también en aquellas melodías restos de azahar. Siento en el pecho algo de calor, algo así como un temblor de amapolas o restos de lluvia. Son los nervios, la ilusión de grabar nuevas canciones, de saber que no muy tarde también serán tuyas.
Dentro de nada se cumplirán 15 años del lanzamiento de “Atrapados en azul”. Como pasa el tiempo.