Una débil brisa se apiada de mi cuerpo cansado mientras escribo estas líneas y recuerdo el verano que no tendré. No será la canícula, aquella que hace brillar las pieles, la que castigue mi marcha por estos días inciertos, si no quizá, en algún momento, la nostalgia por los compañeros y la familia que quedarán lejos del camino que me lleva hasta el sur.
Pero no he de quejarme. Podré encontrarme con viejos amigos, con los que hacer repaso de lo vivido en la ausencia. Saludaré rostros familiares de sonrisa sincera y habrá largas sobremesas para resolver los acertijos pendientes. Celebraremos que aún recordamos lo que es estar vivos. Y no son pocos los planes que me esperan en este viaje que, en breve, me ha de llevar hasta el cono sur latinoamericano.
Al llegar me embarco en un nuevo proyecto cinematográfico. Sólo puedo decir que el título de esta nueva película será Luna en Leo, y que será de nuevo Juan Pablo Martínez quien la dirija. Será intenso y la aurora nos sorprenderá dándole forma a los personajes que, junto con Jimena Ruiz Echazu, ideamos con Juan Pablo en otro arrebato. Y hablaremos del encuentro fugaz, de la mirada cargada de incertidumbre que alumbran los deseos de una pareja que no puede aplazar más el futuro, porque les tocó el tiempo de empezar a rendir cuentas. Que no decaiga, que es comedia.
Y luego el recorrido por Argentina, Chile, Uruguay… De nuevo reunirse con un continente amado, por mi y los míos, en una cita que pretenderá ser celebración, por más que los tiempos sean difíciles y las crisis trate de corromper nuestro carácter. Porque, como bien sabes, no nos rendimos.
Echo la vista atrás y agradezco infinitamente el privilegio que me regala este oficio. Hace ya más de tres meses que empezamos la gira y hemos vivido momentos inolvidables. Gracias a todos los que lo hicieron posible.
El futuro, geografía oculta de la memoria, es resultado de nuestras renuncias y nuestras victorias. Y encontrarse con él es hacer balance de lo vivido, dar con la salida tras el encuentro con el Minotauro. El hilo de Ariadna quizá sean los afectos que, como señales luminosas en la pista de aterrizaje, parpadean obstinados en el recuerdo recordándote lo urgente, lo pendiente, lo inevitable y lo que nos salva. Y son muchos los amigos que tras tantos años de carrera están cerca para festejar la conjunción de nuestras almas y nuestros ánimos.
En definitiva, que tengo unas ganas de terribles de cruzar el océano porque allí fui feliz. Y porque gran parte de mis referencias aún están allí, esperándome, como el dinosaurio de Monterroso, a que despierte cada mañana.
Dejo pendiente terminar la canción que empezamos a grabar en Palestina. Y las visitas a varias ciudades que haremos al regresar en Septiembre para continuar la gira por España.
Ahora me despido del verano y le pido clemencia para que no maltrate a los míos.
Al igual que la dalia,
en verano florecen algunos hombres y mujeres,
como las verbenas en los pueblos dormidos
dibujando palmeras de colores en la noche.
Acuérdate de nosotros, mientras el sol inmisericorde
y la crisis clavan sus agujas en tu espalda
y el mundo tiembla como el estambre de una flor.
Estaremos persiguiendo la cruz del sur,
rastreando cometas, allá donde la gente
sigue soñando y la vida es algo más que miedo
porque, a veces, todo está perdido
y, otras veces, todo por hacer.
Brindaremos con viejos amigos
en un invierno amable y misterioso,
allá donde la pachamama abrió sus fauces,
los glaciares solemnes abrazan aún la tierra
y el campo canta viejas canciones que aquí olvidaron
los hombres y mujeres que miran cansados
el brillar de los relámpagos.
Viajo al sur,
a dar gracias porque la vida es otra al emprender este viaje,
a aprender como se alimenta el fuego
que tirita en el pecho de los que no se rinden.
Y como una luciérnaga, llega tu recuerdo,
pintando los filamentos incandescentes
que marcan las líneas de mis manos,
esas en las que se lee el futuro que seré gracias a tu aliento.
Viajo al sur,
y, como aquellos que trajeron de América
sus dalias a una Europa marchita,
-esa flor que, te dije,
se abre al verano como una oración al cielo-
intentaré traerte retazos de verdad,
historias que alumbrarán nuestras vidas,
como el vino compartido en la taberna,
como las hogueras que saltan hombres y mujeres
al inicio de este verano,
que recuerdo y no tendré,
porque el invierno austral
generoso y providente
besará mi mejilla,
haciendo florecer en mi cara una sonrisa
como una hermosa dalia invernal
prendida en tu cabello.