viernes, 28 de marzo de 2014

Pequeña bachata y otros misterios

Marzo vino lleno de buenos augurios y nos llenó la mirada de flores.

 Se va la última noche de invierno y escarcha y viene la voz de mecedora, el aroma de lavanda. Mi corazón despierta en otro cuerpo y llega a mi vida como agua a la arcilla para tornearme.

Sigo escribiendo canciones. Preparando un nuevo disco que mirará hacia Latinoamérica como ningún otro: candombe, samba, bachata...

Sí. Bachata. Como lo oyes. En un arrebato me dio por bailar, a mi que siempre se me enredan los pies. Será para celebrar que llegas, que todas las miradas se levantan de los teléfonos para descubrir que la vida está en otra parte. Y me temo que no será la única sorpresa.

Para muestra, un botón:

lunes, 10 de marzo de 2014

Nueva canción: Éramos tan jóvenes

Cumplidos los treinta y diez les dejo una canción del futuro disco. Dedicada a la gente de mi generación. cantada por primera vez ayer, día de mi cumpleaños...
Poco a poco, el disco crece, trepando como yedra sobre nuestras pieles. Lento, se acerca, como esta primavera que nos nombra en todo solar florecido. Al fin y al cabo, somos tan jóvenes...

ÉRAMOS TAN JÓVENES

Eramos tan jóvenes que dolía casi todo:
Madrid, su puerto de mar, el rumor de sus olas...
Como una yedra el tiempo gateaba silencioso.
Cómo acercarme a ti sin parecer un idiota...

Intento recordar cuál era la repuesta:
dónde estaremos cuando los dos cumplamos cuarenta.
Cantaba Kurt Cobain, cerraba de un portazo, huía,
y mientras tu suspirabas, se aplazaba la vida.

Eramos tan jóvenes que parecían verdad
el asta que soñabas en la frente de un corcel,
las prisas sin maleta en aquel maldito hostal,
la playa sin naufragio a la que juraste volver.

Mis padres se han marchado, cocinaré espaguetis.
Los viernes por la noche ardiendo como ave fénix.
Rones y amanecida planeando barricadas,
pañuelos palestinos cuidándonos las gargantas.

Ahora que llego a casa, que todos los mares se aquietan,
repaso lo que he vivido, recuerdo nuestras promesas
y he de decir que he cumplido con algunas y no es poco.
He sobrevivido al otoño, a su mordisco de lobos.

Amo a una mujer clara que amo y me ama sin pedir nada,
un hechicera abre el cielo cuando le canto una nana.
Puede que al mirarme ahora con ojos de aquellos días
reconozcas al muchacho que a ciegas te desvestía.

Éramos tan jóvenes que todo nos nombraba:
versos de Benedetti, cada amante en su perjurio,
todo barco que encallaba en el banco de tu plaza,
Julie Delpy y Ethan Hawke borrachos junto al Danubio.

Ateo sin salvación, tú ëras mi zarza ardiente,
traías el carnaval a finales de septiembre.
Llamaba de madrugada desde cualquier cabina,
gritaba mil maldiciones mientras Bagdad ardía.


Eramos tan jóvenes que todo nos curaba:
los libros de Kundera, tus besos zapatistas,
el asiento de atrás, dormir sobre tu falda,
Marcos, subcomandante, cantándonos por Sabina.

Intento recordar cuál era la repuesta:
dónde estaremos los dos cuando cumplamos cuarenta.
Cerraba Kurt Cobain tu corazón de un portazo
y mientras tú llorabas memorizaba tu abrazo.

Ahora que llego a casa, que todos los mares se aquietan,
repaso lo que he vivido, recuerdo nuestras promesas
y he de decir que he cumplido con algunas y no es poco.
He sobrevivido al otoño, a su mordisco de lobos.

Amo a una mujer clara que amo y me ama sin pedir nada,
un hechicera abre el cielo cuando le canto una nana.
Puede que al mirarme ahora con ojos de aquellos días
reconozcas al muchacho que a ciegas te desvestía.