miércoles, 4 de diciembre de 2013

Porque llegas

Candombe invernal para ahuyentar al alimoche,
estampida de ñúes azules por Gran Vía,
San Juan un ventiuno de diciembre,
la última andorina decide quedarse.

Desertan todos los electricistas 
si de cortar la luz se trata,
se dejan pelo largo los militares,
se trenzan y se besan los coroneles,
el barrendero deja claveles en los escaños.

Levantamos la mirada de los teléfonos
y hay aurora boreal en los portales,
referéndum en el barrio sin coronas,
y en cada tejado hay un hombre
que escribe cartas de amor.

Flores de Yemayá en cada estanque,
alas para todos los corceles,
happy hour en el bar del tanatorio,
Copa América para barcos de papel;
en todo paso de cebra, batucada.


Todo este alboroto porque llegas,
porque traes este rumor de catarata,
de temporal que alivia a los desiertos,
y busco tu rostro en cada charco,
mares de la infancia sin naufragio,
en paradas de autobús y acantilados,
en mi ropa, en los emails, en los edenes,
en mis manos de olivo deshojado,
en las manos que serán tu primer nido.

Colibrí de marzo, nova somnolienta,
corazón mío dormido en otro cuerpo.