miércoles, 21 de septiembre de 2011

Despedidas y encuentros. #papacuentameotravez


Llegamos a Madrid. Y nos preparamos para la presentación del libro #papacuentameotravez de mi hermano Daniel Serrano, que haremos en el bar La realidad en La corredera Baja de San Pablo, 51, el jueves a las 19:30 con Nacho Escolar y el autor.


De mi despedida de Buenos Aires quedaron unos versos.


Adioses

Eran copos de nieve, estrellas amarillas,

pavesas arrastradas por los alientos agitados

de dioses tristes,

las ventanas alejándose,

el mar de pañuelos blancos,

las oraciones de despedida,

mi abuela persignándose en la puerta de su casa

al vernos partir de vuelta a nuestro hogar.


Todo nos decía adiós,

nos íbamos como un ejército cansado

que tras poner claveles en cada cañón,

tras abrazar al último habitante

mientras el viejo himno sonaba,

soñaba con pisar la tierra

que aún se escondía en el fondo del bolsillo

y en las gargantas heridas de tanto llanto.

Fuimos felices y aunque el mundo se agrietó,

escupiendo la lava que ha de devorar

escuelas y hospitales,

dejando para la historia

las estatuas de madres protegiendo a sus hijos,

como en aquella ciudad sepultada,

nos atrevimos a idear días mejores,

nuevos amaneceres.

No rebelamos ante tanta somnolencia

y a lo lejos, en mitad de una plaza,

un tornado giraba como la risa de un niño,

como el polen que llora la copa de un árbol

agitando los estambres y las almas.


Y adoré tu rostro,

dulce, ferozmente,

porque apareces en todos los planes,

porque todo en ti

encuentra una razón.

Volved pronto, parece decir la ciudad

que, tímida, se levanta

cubriendo de escarcha nuestras frentes

y la serpiente que duerme

en la carretera camino del aeropuerto,

con sus escamas rojas y amarillas,

con su cartel de libre apagado,

nos mira marchar y descubre su cabeza.


Vuelvan pronto,

parece decir el niño que saca la lengua

en el coche de al lado,

el río agitado, el mate listo,

las calles de Palermo,

y los libros de Soriano.


Volveremos.

Al fin y al cabo, hermosa ciudad,

eres la luz perenne de los faros,

la costumbre de dormir al lado izquierdo,

la cábala al salir al escenario,

la duda de estar vivo si ella falta,

ventana hacia el futuro,

camino nunca andado.

martes, 13 de septiembre de 2011

Tener miedo.


La tarde del 12 de septiembre fue emocionante. Tuvimos la oportunidad de presentar el libro de poemas de mi padre "La blancura de la ballena" en Buenos Aires. La Trastienda, en San Telmo, como otras veces, nos recibió calurosamente. La primavera derramaba su luz sobre los adoquines y los versos estallaban sobre las aceras como la lluvia de un mal verano. Fuimos felices. Gracias a todos. Les dejo un link para qué estén al tanto del viaje de este poemario: http://www.facebook.com/Ediciones.Galmort

Y este poema de miércoles para ahuyentar a los miedos.



Tener miedo


Estar vivo es estar asustado.

La amígdala vibra

como la campana de un tren

que se despide de la ciudad

asaltada por el mar y las mentiras,

como la molécula de agua

mecida violentamente

por el calor de la llama.

El té está listo

y en la encimera de la cocina

el libro que nunca terminamos de leer.


A veces una canción,

un recuerdo al pie de una montaña

o del viaje que aún no hicimos,

como el ala de una mariposa

que acaricia mi mejilla,

me trae besos de lorazepam

para mi alma y mi consuelo,

y el televisor es una caracola

con el sonido de las playas

en que saltamos las olas,

Imbassaí como el cuento del pirata

abandonado por los turistas,

solos tú y yo,

y el tibio tacto de la arena,

la alfombra interminable

que conduce al futuro

o a la siesta compartida.


Estar vivo, supongo, es tener miedo,

y sostenerle la mirada

a esas dudas que nos achican los pulmones

a esa nada parecida

a la sensación del escalón olvidado,

la pendiente abrupta en el asfalto

viajando en el coche hacia una nube.


Saberse vivo aún temiendo

que el mañana sea un precipicio

o una casa con la puerta entreabierta,

vacía y silenciosa, guerra fría,

sabiendo que un día al despertar

Madrid se callará y tú, perdida;

saberse vivo aún sabiendo

que al borde de la vida está el olvido,

será la obligación de los valientes,

que saben que está todo por hacer,

que olvidados y asustados aún tenemos

la costumbre de pelear contra la sombras

que esperan escondidas en armarios,

que gritan su ronquera en los periódicos

que tiemblan en mi pecho como hadas

encerradas en un tarro como insectos.


Tenemos miedo pues amamos

con la voluntad voraz del que se sabe

perdido sin la paz de tus abrazos,

sin la analgesia dulce de la espera

que antecede a tu llegada de algún viaje,

promesa segura de saberse

a salvo de los miedos y el reproche.




martes, 6 de septiembre de 2011

Supernova


Terminó la gira Acuérdate de vivir en Argentina, Chile y Costa Rica. Y queda un poso de tristeza. Ya sabes. Como la casa abandonada tras la fiesta: guirnaldas por el suelo, botellas vacías abandonadas en cualquier sitio, ceniceros repletos, el rastro de un tornado recorriendo la cocina. Y el eco lejano de las voces que celebraron el encuentro: estrépito de gaviotas persiguiendo un barco que regresa. Te echaré de menos. También en eso consiste estar vivo.

Supernova

http://www.publico.es/ciencias/393332/detectada-una-explosion-estelar-cercana-a-la-tierra

Hace 21 millones de años

estalló una ardiente supernova

y hoy, airado, el firmamento

escupe un diamante, congelado,

luminoso, de blancura cegadora

y no hay niños en pesebres

que nos salven del naufragio.


A veces te dará por pensar

que todo es piedra negra y afilada

y que difícilmente podremos trepar

el acantilado contra el que las olas

empujan los botes salvavidas.

Pero habrás de ver que la noche

pare nuevas estrellas,

supernovas ancianas,

más que el rencor y los abrazos.


Hace 21 millones de años supe de tu existencia.

Entonces todo era camino de tierra,

plagado de baches y lagartos,

y tú, como una amapola en el arcén,

como una gota de sangre

dejada por el animal herido que huye

de las pistolas y las tormentas,

temblabas anunciando algo nuevo,

un fin de año claro y soleado,

una tarde contigo en el Edén,

sofá de videoclub y gaseosa.


Ahora, tu ausencia araña una pizarra,

y esta tarde gris tan nosotros,

tan tú y yo soñando alguna huida,

me deja tu recuerdo entre las mantas,

la cama es una pista de aeropuerto

donde aterrizan grises aeroplanos

pilotos que han perdido sus batallas,

cormoranes venidos desde lejos

para ver amanecer en nuestro abrazo.


Hace 21 millones de años estallaba

un estrella blanca, pequeña y somnolienta,

cansada de dormir el sueño de otros,

y el cielo a veces es una alambrada

o el agua de piscinas que en invierno

recogen hojas secas, renacuajos

y todo trae la sombra de cipreses.

Menos mal que tú viniste un día

para alumbrar con luz de supernova

viejas constelaciones desgastadas

por el arañazo inútil de deseos

que fueron persiguiendo a otras estrellas.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Mamihlapinatapai

Tras un largo viaje de 16 horas en autobús llegamos a Neuquén y dimos el primero de los dos recitales que realizaremos en la ciudad. Con algo de retraso (fuimos de nuevo presos de las cenizas de un volcán) dejo la nueva entrada en el blog.


Mamihlapinatapai

Mamihlapinatapai es una palabra del idioma de los indígenas yámanas de Tierra del Fuego, listada en el Libro Guinness de los Récords como la "palabra más concisa del mundo", y es considerada como uno de los términos más difíciles para traducir. Describe "una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno se anima a iniciar" (De la wikipedia)


Ardían en las farolas de aquella calle supernovas

y vibraba mi pecho como la caja de un violín,

madera maltratada por las despedidas y el invierno.

Miraba los taxis vacíos, saludaba a los niños

que desde los coches agitaban sus manos.


Te esperaba a la puerta de un teatro

y era tu barrio un carrusel ardiendo,

torbellino implacable de hojas secas

y jazmines sin flor trepando por las verjas.

Entonces apareciste bajándote de un coche.

Mamihlapinatapai.


Mirábamos el primer acto y en nuestras sienes

latían mariposas durmiendo en crisálidas azules.

Reías en el asiento de al lado y entre las butacas

saltaban peces voladores y las lámparas que marcaban

la salida de emergencia llevaban todas a tus labios.

Mamihlapinatapai.


Yo te comenté algo sobre uno de los actores,

cualquier tontería, me acerqué a ti,

y una ráfaga de futuro me cruzó la cara,

atravesando la cortina de tu pelo.

Ahora sé que se dora con los atardeceres,

pero por aquel entonces sólo intuía que en su cascada

podrían lavarse todas las almas del mundo

del barro que dejan las tormentas de estos días.

Mamihlapinatapai.


Salimos comentando la obra, poniéndonos los abrigos

y el hierro de las corazas que nos salvan

del hielo de la luna y los desengaños.

Éramos Adán y Eva expulsados del Edén.

Caerán ahora, pensaba, los besos y los adioses

sobre mi rostro como el trozo azul de un glaciar.

Tú callabas mirando la calle

como buscando a lo lejos algo,

una isla perdida sin mapas ni tesoros,

un taxi libre quizá.

Mamihlapinatapai.


¿Tomamos algo?

Y en mi sonrisa sonreían todos los hombres del mundo.

Me encantaría.

La noche acarició el arroyo de tu pelo,

abrazó a los niños que no sueñan

y me llevó de su mano hasta tu casa.

Mamihlapinatapai.