viernes, 24 de agosto de 2012

Bolivia



Seguimos por tierras bolivianas. Dejamos el oriente y llegamos a la región andina. Todo un reto presentarse ante un público con el que uno se encuentra por primera vez. Fue sorprendente el calor de la gente en Santa Cruz de la Sierra.

 La esencia de este oficio es echarse la guitarra al hombro y emprender el viaje. A veces la difusión de tu música no encuentra todos los canales que uno quisiera y sólo depende de que puedas hacer las presentaciones personalmente. Aquí Bolivia, aquí un cantautor. Encantado. De corazón.

 Y por eso uno se emociona cuando, tan lejos, y en un primer encuentro, hay gente que comparte tu música y tu propuesta artística. 

Bolivia es crisol de culturas y de identidades. Es un país complejo que se mira a si mismo y se interroga sobre su futuro y sobre su pasado. El debate político en cada sobremesa es efervescente. El país ha cambiado notablemente. Pero a veces el silencio muestra un deje de desencanto mientras sobre los cerros se van encendiendo las bombillas.

Hoy llegamos a La Paz.

La altura de momento no me maltrata demasiado. Sólo cuando uno se empeña en subir la cuesta que llega al teatro. Nada que un té de coca no solucione.

Me encuentro en La Paz con Marcos Loayza, director de cine con el que tuve la oportunidad de trabajar en la película "El corazón de Jesús". Juventud divino tesoro, te vas para no volver... Pero el tiempo no nos ha cambiado demasiado. Y allí estamos conversando como si hubiese sido ayer cuando nos despedimos en Madrid tras la presentación en la Casa de América de aquella película en la que servidor cantaba borracho y melancólico.

Mañana es el recital. Espero resistir el soroche. Y que alguien me ayude a entonar las canciones si me falta el aire. 

Está siendo un viaje fascinante. Que sea este el primero de muchos, porque aún nos quedan demasiadas cosas por aprender.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Soy cantautor


Nunca entendí las reticencias de algunos compañeros de profesión a la hora de definirse como cantautores. Y me sorprende el empeño de algunos en distanciarse de la tradición española de trovadores que han escrito las mejores canciones de la música en español. Definirse ideológicamente en las canciones no es ni bueno ni malo. Forma parte de la tradición del juglar y es natural que así sea. Si le cantas a lo que te emociona, ¿cómo no hacerlo a la necesidad de mejorar el mundo que te toca vivir, ante la visión de una realidad dolorosa, desigual? Y uno mira la realidad y formula el deseo de una sociedad más justa en función de la estructura ideológica con que sustenta su ética y su condición de animal político.

Con la que está cayendo. ¿Es reprobable decir que se hace canción política? Más bien me parece urgente. 
No creo que toda canción tenga que ser comprometida ideológicamente. Simplemente digo que si lo es, bienvenido sea.  El prejuicio en torno a la canción de autor que la estigmatiza como aburrida y deprimente es el mismo que distancia a la gente de una forma de hacer cine o literatura  con conciencia política. Es lo mismo que distancia a la gente del debate político.

Si bien es cierto que la afirmación de que la distinción entre izquierda y derecha es algo superado coincide con las posturas más reaccionarias (era una consigna de la Falange por ejemplo), puede ser punto de partida de un debate interesante si se ofrecen alternativas a las posturas políticas tradicionales. Pero, personalmente, no encuentro muchas alternativas al respecto. No al menos que vayan más allá de un cierto ingenuísmo político que propugna una fraternidad vacía de contenido y de propuestas concretas.

Soy cantautor. Reivindico la palabra para definir un género que va desde Woody Guthrie a Damien Rice, desde Victor Jara hasta Serrat, desde Pedro Guerra a Marwan. La apuesta por un equilibrio entre el texto y la melodía, el empeño por darle un vuelo poético a las letras, la permeabilidad ante la realidad que nos toca vivir, todas estas son características de un género que no es si no renovador del folklore tradicinal. Victor Jara o Violeta Parra le dan un dimensión poética al folklore de su tierra, con su trabajo dignifican el canto popular. A Silvio y los suyos les llamaron Nueva Trova porque renovaban la Trova Tradicional, canto popular del pueblo cubano.

Y ser continuador de esta tradición es todo un honor. Más aún en un tiempo en que se desprecia todo hecho cultural que exija un mínimo análisis en profundidad. “Cultureta” decimos con desprecio cuando hablamos de toda expresión artística que pretende de nosotros un mínimo de reflexión. El desprestigio del creador lleva al artista a tener que justificar permanentemente su forma de vida y su forma de trabajar. El músico vuelve a depender de la caridad ajena para poder subsistir. ¿Acaso no consiste en eso el crowdfunding? Al desaparecer el tejido industrial de la música dependemos del mecenazgo. Creo que nos equivocamos cuando culpamos a la industria musical del divorcio entre la música y el melómano. Es el modelo industrial, el modelo de producción o de consumo pero no la industria en sí misma. La industria genera fuentes de trabajo y permite que los músicos se puedan profesionalizar. Otra cosa es debatir cómo se usan los medios de producción, a quién deben pertenecer, cómo se deben gestionar... Otra cosa es hablar de política, en definitiva.

Me gustaría ser considerado cantautor. No debiéramos olvidar que los cantautores se jugaron el tipo en tiempos difíciles poniendo su rostro y su voz al servicio de una sociedad que demandaba libertades y derechos. Muchos pasaron por la cárcel. Otros fueron condenados al ostracismo mediático. Y alguno pagó con su vida. ¿Cómo no sentir orgullo de pertenecer a esta tradición? Evidentemente los tiempos son otros. Nuestras referencias musicales son plurales. Hemos tenido acceso a una formación musical amplia y global. Pero eso no nos aleja del género. Al fin y al cabo el cantautor es renovador del folklore tradicional. Y ahora el folklore es global. La globalización hace nuestro el folklore africano, norteamericano, latinoamericano. Y los frentes de lucha son otros. Pero existen.
Somos lo que somos. Y arrastramos dudas y complejos porque la orfandad política nos desampara ante un mundo cruel y vertiginoso.
Soy cantautor. Sólo pretendo hacer canciones amables que me ayuden a sentirme acompañado, que generen espacios de encuentro para que entendamos que no estamos solos: cuando lloramos por un amor o por un mundo que parece derrumbarse, cuando reímos por otro amor o porque nace un nuevo mundo más justo, mejor. Ese que soñaron tantos cantautores antes que nosotros, ese que celebraré a tu lado.

martes, 7 de agosto de 2012

Canciones pendientes