viernes, 27 de enero de 2012

Escrito a destiempo

          Tiempos difíciles. Un capitán de crucero sueña con ser Lord Jim. Y en un jurado de Valencia otro sueña con ser Henry Fonda en “Doce hombres sin piedad”. Pero no. Tú no eres Ilsa Lazlo ni yo Rick Blaine. Y todo acaba en desastre y melancolía. Así que el periódico, otra mañana más, envuelve a un pájaro muerto sin que nadie encienda las antorchas y se arme con bieldos y rastrillos camino de La bastilla. Suben las almas y el coste de la vida. Y las calles son alumbradas por la luz de los cajeros. Marque su número secreto. Retire su efectivo.
          Volví de Bartislava y en Viena, como en el cuadro de Klimt, nos cubrió una manto de oro mientras nos besábamos. Somos la viola en una orquesta, buscamos nuestro lugar en este tiempo, temblando en cada solo. En medio de cada melodía. Algo desafinados. Y vestidos de domingo salimos a la calle a pasear nuestros cuerpos.
          Sigo trabajando en el nuevo disco. Dentro de poco empiezo a grabar las voces. Las canciones crecen como la tarta de naranja que pusiste en el horno. Quiero adivinar también en aquellas melodías restos de azahar. Siento en el pecho algo de calor, algo así como un temblor de amapolas o restos de lluvia. Son los nervios, la ilusión de grabar nuevas canciones, de saber que no muy tarde también serán tuyas.
          Dentro de nada se cumplirán 15 años del lanzamiento de “Atrapados en azul”. Como pasa el tiempo.

miércoles, 18 de enero de 2012

El viejo café

Volvimos al viejo café.
Era el grito despertando a Kavafis
con su mirada de óleo 
sobre viejos cárteles anunciando conciertos.
Ahora que preparo una nueva huida,
que afilo la cuchilla y la voz
mientras el incendio escala la montaña,
volvemos al viejo bar
donde siempre somos jóvenes.

Ella entraba por primera vez,
y no sé si sos tú o eres vos,
pero la tarde brillaba como un diamante perdido,
o como el océano cubierto por una pátina de aceite,
o como el desastre en el que me sumerjo si trasnocho,
o como tu llamada en la tarde
bajando la escalera hasta mi estudio,
ya estás aquí, salgo a abrirte.

Volvimos, aunque quizá nunca nos fuimos,
y la guitarra, tornado de madera, gira:
es la manta de lana que crepita,
llena de chispas, en la oscuridad
de una habitación. Fuera llueve.
Monotonía de crisis financiera
tras los cristales.

Despertamos y el dinosaurio sigue ahí,
con sus gafas de concha y el bigotito de antaño.
Que no se te olvide, 
aunque resuenen panegíricos
en blanco y negro,
la calle es nuestra.

Pero a lo que íbamos.
Volvimos. Y allí estabas.
Y la tarde era tan nuestra
que se marchó como sueles hacerlo tú:
silenciosa, sembrando jazmines, 
dejándonos huérfanos,
y la rara sensación
de fin de vacaciones
y el recuerdo del mar
mientras paras un taxi.

Ismael Serrano

PS: Sigo con la grabación del nuevo disco. Pronto viajaremos a Bratislava para grabar la sección de cuerda. El bajel sigue rumbo al horizonte. En calma, en el cuarto de derrota, abro una botella de vino y reviso los mapas. No tengo todo el tiempo que quisiera para escribir la bitácora, pero pienso en ti.

miércoles, 11 de enero de 2012

Año nuevo. Nuevo horizonte.

           Comienza un nuevo año. No llueve y sobre Madrid crece una nube bruna que araña las ventanas y enreda el vuelo de las palomas. Nuevo Gobierno con Presidente ausente, presa del pánico escénico. Más recortes. Las cosas cambian para que todo siga igual. Madrid perezoso, bosteza. Y uno no sabe si el dolor de cabeza es por el hambre o por el ruido.
          El 2012 me saluda mientras grabo un nuevo disco. Un disco de estudio con 12 nuevas canciones. 12+1. Hay que sumar una vieja melodía rescatada de aquellos primeros bares que habitamos, días azules, sol de la adolescencia. Jugábamos a la rayuela en el suelo de aquel café, cubierto de serrín y colillas. Recuerdos del barrio de las Letras, iniciales para nombrarte y tu rostro eterno, inconcluso. Todo era relámpago en nuestras miradas.
          Produzco el disco junto con Jacob Sureda. Viejo compañero de armas, es arreglista también de los temas. Hemos compartido largas charlas y algunas referencias, y viajes de  ida que nos llevaron a penínsulas deshabitadas y viajes de vuelta cargados de melodías doradas como pieles en verano. Me gusta mucho cómo está quedando el disco.
Creo que va a ser el mejor. Sin desmerecer todo mi trabajo anterior. Un disco es un estado de ánimo. Y quizá por eso creo haber dado con el título.
          Como en mi primer disco es el título de una de las canciones. Maldita sea no sé sintetizar. Quizá por eso siempre me gustaron los títulos largos.
          Comienza un nuevo año. Y cada comienzo trae un horizonte, con líneas en fuga sobre las que crecen edificios que nunca habitaremos, que observaremos curiosos adivinando las curvas que visten la ropa tendida. Horizontes con chimeneas escupiendo el gris de los versos quemados, con una hilera de árboles cada vez más pequeñas, con mirlos blancos y bandadas de escandalosas cotorras burlándose de nosotros. Horizontes con bancos sobre los que olvidar un libro, ladridos de perro retumbando en el atardecer, un niño en bicicleta tarareando una canción, un candil, a lo lejos, temblando entre la nada.
          Nuevos horizontes para un nuevo disco.