miércoles, 13 de mayo de 2009

Gracias y respuestas (y III)

-Mar se cuestiona la posibilidad de crecer siendo fiel a uno mismo (...el tiempo pasa y creo que todos tememos mirarnos en el espejo un día y no reconocernos. Mi pregunta es: Cómo te enfrentas a ese miedo???? Tú también temes no reconocerte algún día???)

Empecé a componer mis primeras canciones siendo un adolescente. En esos momentos en los que, como decía Benedetti, teniendo todas las respuestas me cambiaron las preguntas, en ese tiempo en que la urgencia ante la necesidad de hace una declaración de amor y de principios me exigía, lejos de quedarme inmóvil al borde del camino, asumir la responsabilidad que me tocaba a la hora de participar de la realidad. Una realidad asimétrica, frenética y a menudo feroz, que había observado desde muy pequeño retratada por las voces de aquellos poetas y cantautores que ya he citado como referencia. A los quince años formé mi primer grupo con amigos (Delitos y faltas lo llamábamos) con el que hacíamos versiones de todos aquellos grandes músicos (sí, Elisabeth, con quince años, porque fue en esa edad en la que redescubrí a los artistas con los que mis padres me habían hecho crecer, en la que aprendí a distinguir el destello implacable que parpadeaba como un faro entre los versos, en aquellas manifestaciones artísticas que expresaban muchas dudas, no pocas certezas y sobre todo la belleza que provoca la incertidumbre de estar vivo).
El tiempo ha pasado. A veces demasiado rápido, de ahí el vértigo que cito en algunas canciones. Pero creo que la música me ha ayudado a crecer, a entender que se puede crecer sin renuncias, sin traiciones como la que alejó a Wendy del eterno niño Peter Pan. La música sirve para preservar la memoria, es el andamiaje que permite su restauración, que nos recuerda quiénes hemos sido, cuáles son nuestras deudas y de la misma forma a dónde queremos llegar.
Lo miedos no son terribles. No es descabellado pensar que estar vivo es algo así como estar asustado. Lo malo es que el miedo te paralice, te aísle, te impida asumir los riesgos que estar vivo exige.
En definitiva, he crecido, he aprendido unas cuantas cosas, habré cometido errores, algunos saludables, otros no tanto, pero sobre todo no he olvidado. Y eso, creo, me salva de la traición, del miedo que produce nuestro reflejo en el espejo cada vez que nos miramos. Y para ello fue terriblemente útil la música. Como oyente apasionado, como aprendiz de compositor.




-Aquel cielo en tus ojos pregunta:
¿Pensás que el mundo dejará de ser el ajedrez de las multinacionales extracapitalistas y podremos ser un mundo mas humano? Y vértigo se pregunta a sí mismo: ¿cómo sigo con la esperanza de un mundo mejor?




Creo en la posibilidad de un mundo mejor por una mera cuestión de sentido común. Aunque sólo sea apelando al instinto de conservación de la especie tenemos que entender que debemos reorientar el rumbo de un modelo social y económico que no da respuestas a las necesidades reales de la mayor parte de los seres humanos.
Decía en alguna pregunta que no soy propenso a los sentimientos religiosos. En pocas palabras: no creo en dios. Pero sí creo en el ser humano.
Es cierto. El ser humano es capaz de las más terribles fechorías, pero también de los actos de amor más valientes y desinteresados. Y creo que realmente esto último define al ser humano por encima de todas las cosas.
Creo que el sistema en el que vivimos, a través de herramientas como el miedo y la precariedad, nos ha hecho desprendernos de una esencia indispensable que nos define como especie: nuestra esencia de animales sociales. Vivimos en una sociedad atomizada donde cada grado de bienestar, cada derecho lo vivimos cada vez más como un privilegio, como una gracia otorgada por el gobernante de turno y no como una verdad evidente e irrenunciable que es patrimonio nuestro por el mero hecho de estar vivos y participar en la sociedad. Nos hemos desincronizado unos con otros haciéndonos perder la empatía que como animales, más aún siendo racionales, debiera hacernos sentir como propias las luchas y las tragedias ajenas.
Con todo y con eso, asistimos cotidianamente al milagro de presenciar como, a veces, bajo el barniz de indiferencia con que el sistema nos envuelve, destella ese animal social, solidario, sensible que nos recuerda lo que realmente somos o lo que podríamos ser. No siempre encontramos en las portadas de los diarios noticias de este tipo que nos reconcilien con el mundo pero todos conocemos el testimonio de gente que, con una entrega y generosidad ejemplar, emplea su tiempo, más aún su vida, en la dignificación de la existencia, no ya de la propia, sino de los demás.

Es probable que sintiendo que el sistema, que el modelo no se compromete con nosotros, no atiende a nuestras necesidades, nosotros dejemos de comprometernos con él. Es también probable que entendamos que estamos solos en el cuestionamiento de ese modelo, porque somos incapaces de poner en común nuestras preguntas, nuestras dudas y ni que decir tiene nuestras propuestas, tal es el grado de atomización.
En un contexto así, la música puede ser tremendamente útil puesto que rompe la atomización, establece vínculos en lo sentimental, y, ¿por qué no?, también en lo político. Nos ayuda a recuperar esa esencia que creíamos haber perdido, a través de la comunión que se genera a través de una canción o de un concierto.

Pero permítanme que me ponga cursi para reafirmar mi fe en el ser humano. Citaré la comedia Love Actually. Empieza haciendo una hermosa constatación. Desde los aviones que el 11 de setiembre se estrellaron contra las torres gemelas se hicieron varias llamadas telefónicas, las últimas llamadas de hombres y mujeres que se sabían condenados. Ninguna traslucía rencor, ninguna rezumaba odio. Todas fueron llamadas de amor, todas fueron últimas declaraciones urgentes de cariño y fraternidad.

Y quizá sea eso lo define al cantautor, esa última llamada de amor que un ser humano (sólo un ser humano más, como decía el tristemente fallecido Joan Baptista Humet) hace desde la certeza de que otro mundo mejor no sólo es posible y necesario, sino también inevitable.





-Sobre América Latina hay varias cuestiones. Como la de tardesgrises:
Me gustaría preguntarte que opinión tenés sobre Obama y sobre Chávez.
O como la de Jon Muñoz:
¿Cómo has encontrado a Latinoamérica en este nuevo viaje?
Lourdes Montamat me pegunta:
Vos, viviendo en este gran museo, donde no se padecen los mismos augurios que en América Latina, ¿Qué es lo que te hizo salir de la "burbuja europea" y preocuparte por los países periféricos?




¿Periféricos, Lourdes? A veces uno siente que la periferia somos nosotros. Son muchas las cosas que me unen a Latinoamérica. Como he explicado muchas de mis referencias están allí: literarias, musicales, ideológicas… Conocer ese continente de primera mano, poderlo recorrer ha hecho que los vínculos y deudas que siento con esa tierra crezcan cada vez más.
Decíamos en una entrada anterior que ese realismo mágico, en América, de mágico no tiene nada. La vida es intensa. Quizá por precaria. Son posibles los sueños más hermosos, las gestas heroicas más emocionantes, pera también las tragedias más terribles, las peores pesadillas. Latinoamérica es un continente vivo (a diferencia de ese museo que es Europa), un lugar en el que el debate de las ideas nunca ha sido abandonado. Ahora parece ser recuperado en un occidente malherido que ve como su modelo financiero y económico se resquebraja haciendo tambalearse el muro que nos protegía de los demás.

Tenían algunos países de Latinoamérica, antes de las dictaduras, democracias más duraderas, más longevas de lo que jamás conocimos en España. Aún así no podemos evitar mirar con cierto paternalismo desde España algunos de los procesos políticos que hoy por hoy vive el continente. Y eso nos distancia de ellos y no nos permite aprender de un continente que nos puede enseñar mucho.

Latinoamérica nos ha dolido demasiado, y hemos visto verter la sangre de sus venas (como nos señaló Galeano) en demasiadas ocasiones. Demasiado a menudo por injerencias de su vecino del norte y no tan raras veces con la complicidad de Europa. Algunos de los procesos políticos que se viven en Latinoamérica son resultado de eso. Políticas impuestas sin piedad por el FMI se descubren obsoletas y perniciosas. La liberalización feroz, las corruptelas aprovechadas, si no amparadas, por el mundo “desarrollado” han generado más desigualdad que nunca y han demostrado ser un fracaso en el desarrollo de sus economías y sus sociedades. En un ejercicio de hipocresía sin precedentes hemos pedido que desmantelen sus Estados mientras en la parte más rica del mundo apuntalábamos nuestras economías con un intervencionismo considerado anatema en la teoría que debían aplicar los demás, pero no tanto cuando la aplicábamos en nuestras naciones. Tal era el intervencionismo de este nuestro capitalismo de Estado (donde capital y Estado son cómplices) que nos ha llevado ha promover el desastre, cuando no la guerra, en territorios ajenos al nuestro con el único fin de proteger nuestros intereses por encima de los de los pueblos de aquellos países que padecían esos desastres (Naomi Klein habla de la doctrina del shock o dicho de otra forma nuestro privilegio se sustenta a menudo de la tragedia ajena).
Las entonces clases políticas dominantes actuaron como cómplices en ese proceso de neoliberalización feroz, dejando desamparada a una población que difícilmente encontraba una instancia a la que apelar para su protección, viendo como la brecha entre los más tienen (una pequeñísima élite) y los que menos (una mayoría escandalosa) crecía.

Sólo en este contexto se entienden los procesos vividos en Latinoamérica.

Desencantados por las clases políticas convencionales surgen nuevas figuras que son novedosas en formas y contenidos y en cuyas propuestas convergen las esperanzas y el ansia de cambio de una mayoría eternamente excluida de las decisiones políticas. Las responsabilidades de estas nuevas figuras son muy grandes, no sólo y fundamentalmente porque tienen que dar respuesta a las exigencias urgentes de una población en gran medida desesperada sino porque tienen que aportar credibilidad a las propias instituciones democráticas. Malo es la perdida de confianza por parte de la clase política, pero más trágica es que la gente deje de confiar en las instituciones, o peor aún en la misma democracia. Muchas son las expectativas, las ilusiones que la población ha depositado en sus votos, de forma que si sienten que con ellos no cambian nada, la decepción será terrible. Gran parte de esa decepción se entrevé en algunas encuestas que se hacen desde organismos internacionales en las que una gran parte de la población dice no ver con malos ojos una dictadura como forma de gobierno para sus países.

Cómo digo las responsabilidades son muy grandes, tanto como las expectativas, por eso son necesarios cambios estructurales que recuperen una mirada a largo plazo, que generen un bienestar estable y que dejen de lado el asistencialismo como única herramienta en la política social y el clientelismo tan presentes en las políticas tradicionales latinoamericanas.
Ya hablaba de ello en un post anterior que copio para no repetirme. Decía:
"Los derechos de los ciudadanos "(a menudo) "son otorgados como gracias concedidas por una clase política (y a veces sindical) que generan una deuda en el ciudadano que tarde o temprano el político de turno querrá cobrar. Es decir, los derechos, y por tanto los servicios que ha de prestar el estado, son interpretados como generosas dádivas que el beneficiado ha de agradecer de por vida, puesto que son fruto, no del hecho de que la soberanía resida en el ciudadano y el político tenga la obligación de servir, si no de la generosidad y benevolencia del dirigente que a la manera feudal (y a menudo mafiosa) administra los bienes de todos, o sea el erario público. Un clientelismo que atrinchera en el poder a dirigentes que no dejan espacio para otras alternativas (algunos tampoco parecen verlas) y que perpetúan su poder alejados de cualquier tipo de control democrático.Ojalá la sociedad civil sea capaz de articular en sus diferentes marcos de asociación la búsqueda de alternativas democráticas. O mejor aún: ojalá sea capaz de promocionar una cultura democrática que les haga entender a los ciudadanos su potencial para exigir el cumplimiento de sus derechos como prioridad irrenunciable y, por tanto, el cambio de modelo hacia un sistema en el que la soberanía resida realmente en los pueblos, en el que las democracias sean realmente participativas y estén bajo el control alerta y crítico de todo el conjunto de la sociedad."

Ese debiera ser el reto de gente como Chávez y tantos otros. Es cierto que las nuevos procesos constituyentes están otorgando nuevos derechos a los ciudadanos, que se están realizando cambios políticos de envergadura (desde la negativa a las constantes injerencias externas en un ejercicio de soberanía a la integración de los pueblos originarios en los distintos procesos, a la reivindicación del Estado como actor indispensable en las economías) pero es necesario que esos cambios sean estructurales.
También es cierto que los procesos de cambio, a mi modo de ver, son excesivamente personalistas y las reformas en las constituciones van en esa misma dirección: imponen sistemas presidencialistas y huyen del parlamentarismo indispensable para el control político. Me parece también peligroso el empeño por imponer modelos de partido único (como ocurre en Venezuela con la propuesta del PSUV) y el paralelo proceso de identificación de las instituciones con ese partido único junto con la creación de una burocracia de partido con los privilegios consabidos, eliminando todo vestigio de disidencia y adoptando un sentido patrimonial del poder, convirtiendo los procesos de cambio en procesos excluyentes lo que puede dificultar la estabilidad de los mismos.
Son personalistas en tanto la única alternativa se circunscribe a figuras con nombres y apellidos concretos, si bien muchos de esas alternativas tienen una base social y civil muy sólida sobre la que debería recaer la responsabilidad del cambio. En el caso de Chávez ese personalismo, ese protagonismo no se debe tanto a la solidez de su discurso político (su tradición democrática no es ejemplar) o a su carisma sino que debe su liderazgo al único hecho de ser Venezuela una potencia petrolífera y por lo tanto con los recursos necesarios para sostener el Estado que requieren las reformas y la transformación política en toda la región.

En cualquier caso por primera vez en mucho tiempo, Latinoamérica se mira a sí misma y busca complicidades en su interior. Entiende así que sólo generando complicidades entre sí puede asumir el reto de ofrecer una alternativa de modelo social y económico, diferente, que dé respuesta a las ilusiones de un pueblo americano tan maltratado y excluido históricamente.

Habría mucho más de lo que hablar. Es difícil sintetizar una realidad tan compleja, tan llena de matices como la de Latinoamérica en estos tiempos pero espero que alguna de estas reflexiones dé respuesta a algunos de sus interrogantes.

Sólo una idea más. Independientemente de lo que uno piense de gente como Chávez: ¿hay algún dirigente que haya sido más refrendado por las urnas? ¿Por qué desde algunas instancias se duda de su legitimidad? Independientemente de que comulguemos con sus ideas políticas debiéramos confiar en las elecciones celebradas en su país más aún si han sido avaladas por organismos de control internacionales como el que el expresidente Carter patrocina.

Y otra reflexión: ¿por qué cuando el primer ministro británico nacionaliza un banco no es cuestionado (si no es aplaudido) y sin embargo cuando lo hace Chávez es una amenaza a las libertades?

Con esto quiero decir que debiéramos quizá cuestionarnos la hipocresía con que contemplamos desde la distancia procesos políticos que tienen su raíz en pedazos de historia no tan lejanos de los que quizá somos responsables.





-Dani Altamirano:
¿Para cuándo un dúo con Sabina?



Eso digo yo. Es un sueño por realizar.


-Cotelé pregunta:
¿Por qué tan costosas las entradas a tus conciertos?


No todo depende de mi, querida Cotelé, aunque siempre me esfuerzo por transmitir el mensaje de que han de ser baratas. Me consta que son más baratas que otros artistas internacionales que se presentan en los mismos auditorios. A veces simplemente no está en mi mano, otras simplemente no se puede.
Con todo y con eso me quedo con tu testimonio y seguiré trabajando para que en el futuro se tenga más en cuenta.


-Sobre Bergia me pregunta Paula y junto con Experimento Escenario Teatro me piden que hagamos juntos una gira por el interior


Tomo nota. Aunque os digo ya que Bergia sigue haciendo planes para visitar nuevas ciudades del interior de Argentina. Ojalá esos planes se concreten en una nueva gira de Javier Bergia en los próximos meses. Toda ayuda será bienvenida.



-Jose-Giménez pregunta:
¿Es difícil conjugar canciones de amor con el compromiso político e intelectual?
y Lagarto:
Teniendo tu manera de pensar tan firme y tan clara, ¿cómo es convivir y sobrevivir en un mundo, como el musical, donde predominan valores opuestos? ¿No has tenido temor de caer en incoherencias?


Siempre se ha respetado desde la industria mi forma de hacer música. Jamás he aceptado una injerencia por parte de la compañía en ese sentido. Otra cosa es contar con la simpatía de radiofórmulas y medios de comunicación musicales convencionales.

Siempre le he cantado a todo lo que me emociona (y respondo a Rosi y a Diego que me preguntan en qué me inspiro). El ser humano es poliédrico y es difícil hacer distinciones entre unos y otros sentimientos. Lo sentimental se conjuga con lo social. Porque somos animales sensibles y sociales y ambas cosas a menudo se mezclan.
Siempre me encantó la canción “Te recuerdo Amanda”. Es una historia de amor por supuesto. Pero también tiene un indudable carácter social, porque retrata una tragedia en lo social, una lucha impregnada por el amor, como casi todo en la vida.





-Ambar pregunta:
¿Por qué tantos discos con recopilaciones?


Veamos. Principio de incertidumbre sale en el 2003, seis años después de mi primer disco. No pretendía ser un recopilatorio en sí mismo. Se trataba de hacer repaso de lo aprendido durante todos esos años. Para ello hice el directo más ambicioso musicalmente que nunca había hecho. Incluimos además cinco canciones inéditas y revisamos los arreglos de temas anteriores.

El viaje de Rosetta sale en 2006. Tras diez años desde que empecé a grabar “Atrapados en azul” la compañía decide sacar los singles (cuya edición tal y como se presenta en la caja ya no se hace y se trataba de dejar constancia de un formato ya inexistente) y yo propongo reunir todas las rarezas que por estar dispersas en otros discos quizá también estén pedidas. Algunas como las canciones de la película “El corazón de Jesús ni siquiera estaban editadas.

El último directo es “Un lugar soñado” en el 2008. Me apetecía dejar constancia de lo que estaba haciendo en vivo. El carácter teatral, la puesta en escena, la rearreglación de las canciones, la posibilidad de grabarlo en Buenos Aires, todo ayudaba a hacer de este disco algo especial.

Tres recopilatorios en 12 años no es tanto, ¿no? E incluyo los directos en tu pregunta muy a mi pesar puesto que para mi no son recopilatorios. Las canciones adquieren otra dimensión, se plasma en el disco algo difícil de conseguir en un estudio. Y si hago repaso de los discos que más me gustan son discos en directo: All this time (Sting), Mano a mano (Aute y Silvio), Serrat en las ventas, alguno de Peter Gabriel, alguno de Sabina, Vinicius en la Fusa…


Y con esto terminamos de momento. Doy las gracias a todos los que habéis dejado mensajes con vuestras inquietudes. Siento si no he podido responder a todas. Quedan pendientes unas cuantas cosas, como el fuego cruzado que me propone Miguel Ángel (abrazos hasta tu isla, el fuego requiere más atención de lo que unas líneas entre tantas preguntas me dejan), como alguna pregunta, como alguna referencia a alguna canción en concreto, como tantas cosas. Espero que sepáis entenderme. Perdón si alguna vez hablé sentando cátedra. No fue mi intención. Responder a vuestras preguntas supone un ejercicio de introspección interesante, un viaje de investigación a la memoria y al corazón. No manejo tantas certezas como las que revelan las respuestas. Quizá sólo una. Aparecía en los títulos de mis cuatro últimas aportaciones: gracias. Infinitas. Por estar cerca. Por soñar despiertos. Hasta pronto, soñadores.

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